La sabiduría dista de existir en palabras, dista de ser en el lugar. Res cogitans, pero lleno de temor, y de cuello erguido entre quienes se muestran neutros; ¿cómo mantener la mediocridad de una decisión cuando tu miembro sexual ya ha tomado su postura, ya ha sentado su partido ajeno al gris en que se mueve la humanidad?
Entonces soy supremo y en esa supremacía soy tan vulgar y despreciable como el mediocre y el ufano. Res extensa perdido en la sombra que separa a nuestros tres egos; marioneta llena de patrañas que con tatuajes de carbón y cicatrices de azufre cubre la desnudez de nuestro existir. Aquí cambia su tez el sol y la noche es apocalíptica, pues nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensus, entocnes río y maldigo mis condición: caminando entre el día de sombras lleno, reconociendo en suelos limpios de mi sombra pero no separados de ella: Mendaciloquus, Analfabestia.
¡Nihil novum sub sole, nihil novum sub sole! ¿Es mi posición ajena a mi sabiduría? ¿Son mis actos incoherentes a mi palabra? La voz y la inteligencia distan una de otras pues existen en dos lugares que, aunque propios para la sombra, ajenos para quien refleja la luz del sol; he abrasado mis errores, les he escondido en mi sombra y con el azúl muerto tejí sus palabras, con la sangre del que persigue les encontré hogar y con la soledad del que se defiende distinto, por lo tanto narcisita, encontramos la respuesta al nombre del nuevo nacido entre nuestros tres egos: sed
