TusTextos

Marcha por la Libertad

Tendría que enfrentar el miedo que lucha contra un aroma dulce, contra un rizo que es más amarillo que el mío, y que se desvanece en las madrugadas mientras encuentro tu cuerpo frio a la vuelta de mi brazo. Respiro. Hoy mi brazo no se hallará más que a si mismo…
Te miro indiferente antes de echarme a andar, y noto como alargo a cada paso la tristeza de dejarte, una mirada frente a nada, porque ya me he ido… busco excusas para quedarme habitando en mi debilidad. Me distraigo en cualquier cosa, pero es inútil cuando la caja de mi pecho se abre, y deja entrever las llagas que guardo… No dejo de caminar, pero el aroma a carne podrida y verdusca lo llevo ceñido al alma…
Unas calles abajo o arriba, encuentro un rio de gente al que no puedo resistirme, me mezclo entre sus colores y consignas, con mensajes y gritos, desafío la proximidad de los cuerpos, y me adhiero a su euforia en busco de calor- aunque no lo consigo -. Observo sus formas, sus voces con tantos matices que se transforman, y lo que eran graves y agudos, verdes, amarillos, naranjas, blancos, se hacen una masa parecida a lo que queda de la plastilina cuando las unes todas… Y ahí, si me reconozco.
Debajo de los lentes se desliza tu imagen en su estado líquido. Sigo el mismo rumbo de las masas, para no tener que pensar a donde ir, para hundirme en el gris simple y ridículo de la soledad. ¿Qué otra cosa soy más que un árbol? ¿Un árbol que se nutre del pasado, que no puede cambiar su sitio, que no es libre, que no puede cortar su raíz? ¿Un árbol que por dentro es del color de las venas distendidas donde la sangre se coagula?
Te he dejado atrás, ¿o me has dejado ir…? miro a la izquierda y hacia arriba, para encontrar tu cuerpo junto al de ella, arrancándose las ropas violentamente, atraídas al piso por la gravedad, queriendo meterse una en el cuerpo de la otra, con sus sentidos alertas de que alguien pueda entrar justo cuando sus sexos se hinchan para escapar de un bóxer y una diminuta pantaleta, deslizas tu mano y ella suelta un gritico de puta, me acerco a tu rostro pero pierdo el foco cuando mis ojos se nublan, fallan a esta intención de castigarme…
“¡Libertad! ¡Libertad!, ¡Libertad!” Exclamo con la gente, como si me importara la patria, abro la boca al máximo, como la puerta de un hogar sin dueño, grito hasta que la garganta se seca y siento como cada letra de esa jodida palabra es mas grande que mis cuerdas vocales y me va partiendo decirla…

-“Hola”
Obligaba a la memoria a rehacer la escena, puta, puta tan bella, tan hermosa, que también podría gustarme, podría ser yo la que imagino acercándose al suelo, la que le come el coño sin remordimientos…
-“Ella es Adelina”
Me tropecé con su maleta, tartamudeé,… con gran esfuerzo llegué a la puerta y mis piernas flaquearon, la mujer frecuenta los turbadores delirios había estado frente a mi… Quise despedirme de mi adorada ilusión, pero esta cobardía tangible no me dejó.

“¡Libertad! ¡Libertad!, ¡Libertad!”
Seguía la trayectoria de un pueblo herido, maltratado, como yo… Los recuerdos se hacían circulares, ya no sabía siquiera en que lugar estaba, si en la marcha, frente a la academia, o ese par de segundos frente a ella, mi propio corazón me traicionaba y vencen las ganas de amarte hasta la muerte, desaparecía Adelina y estaba yo en su sitio…
Dejaba caer algún mantra de mi boca, que se fundía con los gritos… Apaciguando el alma… El paso se iba desvaneciendo hasta llegar a casa, donde ya no estaba Adelina, no estabas tú, no estaba yo…
Narizmojada11 de junio de 2012

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