TusTextos

Canción de Jazz!!!

- ¿Me juras que no vuelves a engañarme?

- Te lo juro mientras la sobriedad me parta el alma

- ¿Sólo mientras estas sobrio?

- Sólo porque el cerebro me funciona perfectamente

- ¿Y decides tratarme como un polvo que se arrincona en las esquinas de tu mente?

- Decido tratarte como la única persona que me pide cosas imposibles

- ¿Imposibles? ¡¡¡ Pero si te pido sólo un poco de consideración conmigo!!!

- ¿Y acaso tú has tenido piedad de las cosas qué me obligas a hacer?

- ¿Qué? ¿Piedad? ¿Pides piedad? Pides que te tenga piedad…cuando mi vida la he dado para ti

- ¿Y?

- ¿Y?

- ¿Y qué?...yo no soy dueño de tus actos

- Eres el dueño de mi corazón y eso te lo he dejado en claro, eso te lo he dicho hace ocho años

- Yo no nunca he aceptado la invitación


Hubo un silencio entre los dos.


- Eres un hijo de perra egocéntrico…

- Soy un hijo de puta que se preocupa cada minuto por el aire que él mismo respira

- ¿Esa es tu excusa? ¿Dejarme a mí por seguir tus pensamientos estúpidos? …. ¿Qué haré por mí?

- Quedarte en el diván y esperar que llegue a casa…como siempre lo haces



Era la época de aquellos carros Volkswagen, la de las mujeres bellas, el blues, los artistas negros, el silencio entre las calles, las luces de neón, los bares abarrotados de cigarrillo, de los coros con voces femeninas, de los cortes perfectos, de los comportamientos déspotas, de las risas melodramáticas, de los pasos cortos, de los hombres pulcramente vestidos, del betún y también del brandy costoso como el whisky escocés. Ray charles cantaba en un bar de new Orleans, mientras que en una esquina se encontraban los dos amores secretos, escondidos entre la maleza de la ciudad, y bajo la luz amarilla de la bombilla del cuarto.

Mientras los gritos desgarrados recorren las paredes de una habitación, gritos que se asemejan al Olimpo universal…orgasmos predeterminados sacados de la nada

Humo de cigarrillo que esparce en los labios de una mujer cabello negro que se envuelve en las sábanas de color champagne de aquel hotel de tres horas, refugio de palabras mal dichas y orgasmos bien definidos.




Canciones de un jazz melancólico sonaban en la radio, se escuchaban como si fuesen palabras desgarradas por un poeta. Las cornetas sonaban chirriantes y disfrazaba de bar perdido en el tiempo, a aquella pequeña sala iluminada por la lámpara de la esquina; mientras ella seguía mirando fijamente la puerta, con una copa de brandy en su mano derecha.

Ella sigue pensando en lo truncada que se encuentra su vida, mientras sus párpados permanecen inmóviles. Recostada en un diván con mirada absorta

- ¿Mamá, papá cuándo regresará a casa? (pregunta el pequeño Michael)

- Cuando se canse su cuerpo de gritar entre aquellos suburbios (respondió su madre, sin apartar la mirada de la puerta)




Y una botella de whisky de 18 años, se evapora lentamente, un vaso de vidrio se encuentra en la esquina, superpuesto y esperando a ser llenado. Los dedos de él dibujan siluetas disimuladas en la cintura de ella. Ambos acostados en la cama, ambos riendo entre silencios acostumbrados.

- Y te apuesto que tu mujer ni siquiera imagina que estás acá

- Ni yo me imaginé que estaría acá (le contestó él al oído)

Fumaron cigarrillo dos veces, ella llevaba las uñas pintadas de rojo escarlata, mientras sus labios brillaban con un lápiz labial vinotinto, su cabello negro azabache ondulado le llegaba hasta sus hombros, sus ojos completamente moradizos contrastaban con su piel blanca como el clavel. Su sonrisa se desviaba como un sello sobre las sábanas pulcramente limpias y de color champagne claro.

- Ni siquiera advertiste lo que te dije

- Pensaba en otras cosas (contestó él)

- ¿En qué?

- En cosas de la vida

- ¿Cosas? ¿O casos de la vida?

- Ambas, creo

Ella se quedó desnuda de espaldas a él, tomó su cuello con las dos manos, y con la derecha prendió otro cigarrillo. Ya era el quinto de la noche.

- ¿Quieres escuchar la radio? (dijo ella)

- ¿Para qué?

- Para dejar que las cosas de la vida fluyan, como debe ser ¿no?

- Las cosas de la vida nunca fluyen como deberían ser

- ¿cómo estás tan seguro de eso?

Él calló, y se quedó mirando fijamente al techo. Hasta que rompió el silencio

- Porque aunque esté contigo, todavía sigo estando vacío.

Tomó un cigarrillo y lo encendió. Ya era el séptimo que él aspiraba.

- Tal vez eso ocurre porque tu corazón está enterrado dentro del meollo infernal de tu vida no deseada

- Lo tengo todo, a ti, a mi esposa, a mis hijos, a mi trabajo, dinero, poder, respeto…

- Pero no tienes el amor hacia ti mismo que siempre has deseado, y creo que eso no lo consigues a la vuelta de la esquina.

Él se quedó en silencio, ella volteó y lo miró fijamente.

- Creo que me iré a duchar ( le dijo)

Era cierto lo que ella le había dicho, el respeto hacia él mismo se perdió en aquel instante en que decidió renunciar a sus pensamientos, decidió mezclar su vida con un alcohol bien añejado y con los deseos propios de un señor de alta alcurnia podía desear, una vida meticulosamente calculada que poco a poco fue perdiendo el hilo de las cosas.





Ya eran las tres de la mañana, cuando aquella mujer de pelo castaño, se agarraba fuertemente del diván, su mente gritaba como un gato torturado, estaba mentalmente vuelta loca, asfixiada, hundida en su pensamiento furtivo de irse y dejar su vida tal y como se encontraba. Pero nunca lo había hecho, ya llevaba ocho años dentro de su mismo consentimiento meditado y regado por las buenas costumbres.

- Él es el hombre perfecto, te dará un hogar con tres niños preciosos, te dará una casa con vista al mar, un jardín lleno de gardenias, vestidos de mujer casada y miles de horas que dedicaras a su consentimiento y a su juicio. (le había dicho su madre, mientras miraba a aquel hombre en el jardín)

- ¿Y qué pasará conmigo? (contestó ella)

La madre calló y siguió lavando los platos.

- Pues serás su esposa…ahí está tu felicidad ¿no?

Y así fue desde aquella sentencia humana llamada matrimonio, un noviazgo que muchos desearon, un futuro brillante que se vislumbraba en su pensamiento no muy lejano, un respeto que muy pocos obtuvieron, un hogar envidiable, unos hijos perfectos. Pero una sonrisa disimulada marcada por una rutina obligada.

No eran felices el uno con el otro, de eso no había ni la menor duda.
Las horas pasaban, y ella seguía esperándolo al frente de la puerta, deseando su llegada, deseando poder culparlo de su vida, deseando poder inmiscuirlo en su felicidad fantasiosa, en su sonrisa premeditada, en su perfección material y en su vacío humano.

El jazz melancólico, seguía sonando en la radio…





- ¿Podrías pasarme la toalla? (gritó ella desde el baño)

Nadie respondió.

- Mi amor, estoy mojada, y no quiero mojar la alfombra

Nadie emitió sonido alguno.

- Cariño, tengo frío.

Nadie respondió.

La bañera se encontraba llena de espuma y su cuerpo flotaba sobre ellas; el jabón se le resbalaba por su piel, como si fuese una sábana de terciopelo.

Salió de ella, y se dirigió desnuda hasta la habitación contigua.

- Mi amor te dije que me pasaras la toa…

Y se sorprendió al ver que él ya no estaba, la cama estaba desordenada, y ni un rastro de él. Se quedó mirando fijamente la puerta y no emitió sonido alguno.

Se encontraba mojada, empapada, llena de jabón. Su pelo descansaba sobre sus hombros y sus manos se encontraban frías por la conmoción.

En sus diez años de relaciones furtivas, él nunca la había dejado sola y desvalida.

Frente a sus ojos pasaron los sueños que ahora se encontraban acabados, sus sueños de formar una familia, de estar con el hombre que ella siempre había amado, el de estar con alguien a su lado y el de dormir bajo el brazo de él. Se había ido, sin decir nada, sin hacer ruido.

Y de algo si se encontraba segura, de que nunca volvería otra vez.



Pasaron las horas, y ambas se quedaron esperando
Ella en el diván, la otra parada desnuda frente a la puerta
Ella con su cabello castaño reposando sobre la cabecera del sillón, la otra con el cabello negro mojado y reposando sobre sus hombros sin motivo alguno
Ella con una canción de jazz de fondo, la otra con el olor a jabón adherido a su cuerpo
Ella con sus hijos acostados en sus camas, la otra con un niño secreto en su vientre.
Ambas se encontraban separadas por muchos kilómetros de distancia, sin embargo el mismo dolor les invadía el alma: el dolor de perder lo que siempre tuvieron.





Mientras él, un hombre alto de negocios, con cabello negro lacio, mirada vacía y con el cuerpo desvalido, se encontraba cruzando la calle mientras fumaba un cigarrillo que nunca terminó.

El viento era frío y le penetraba los huesos, era distinto, su alma pisoteada y acabada con la vida ahora estaba fija en sus ojos. Siempre fue el titiritero de él mismo. Su maleta se encontraba llena de papeles diversos, firmas, sellos, contratos, quizás uno que otro sueño acabado envuelto en rutina.

Una pequeña radio entonaba un jazz melancólico en la pizzería de atrás. Un saxofón, con una batería suave y que se dejaba llevar por una trompeta de fondo, era el sonido que abrazaba al viento y a las lágrimas que nunca se derramaron aquella noche.

El cerró sus ojos, y dejó que su corazón se sepultara con las horas del tiempo.

Se quedó ahí, parado en la oscuridad de la nada, teñido por las luces de los faroles de enfrente.

Hasta que un autobús color azul de la avenida principal, frenó en frente a la acera de él, y abrió las puertas.

Hubo un silencio sepulcral, hasta que uno voz grave se dirigió hacia él.

- ¿Va hacia algún sitio señor? (preguntó el chofer desde su asiento)

Él levantó la vista en dirección al autobús. Y se quedó mirando fijamente al chofer. Soltó la maleta, y se subió sin decir nada.

- Lléveme hacia donde el corazón le dicte (fue todo lo que le dijo al chofer).
Nigth1418 de enero de 2010

3 Comentarios

  • Motorpsico

    Interesante tu historia amigo, hacía tiempo que no pasaba por aquí...
    Me has sorprendido y eso es bueno, un texto siempre tiene que despertar al lector... Saludos motorpsico.

    18/01/10 04:01

  • Benjamin

    Un texto muy bueno nigth... largo y un poco enredado, pero en definitiva muy bueno... la descripción del ambiente me gustó, se me hace realista y es fácil imaginar así la idea que quieres transmitir.
    Te felicito!

    13/02/10 01:02

  • Iocundo

    Oye ya lo habras leído pero lee a Juan Rulfo!!! te gustará!!! Pedro Páramo. Consejo de amigo.

    Pasate por mi casa que tengo textos nuevos.

    17/02/10 12:02

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