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La Historia de Los Elefantes Rosas!!! (final)

Y así transcurrieron los hechos más relevantes e inhóspitos dentro de la mente de aquel hombre que alguna vez pensó que las hormigas tenían planes malévolos, y que el viento cortaba la piel cuando uno queda en silencio…oyéndolo.


Su vida se fue cada vez más en las locuras y conjeturas incorrectas de las verdades más atroces y menos cuerdas de la mente humana.

Su abuela murió a los 84 (se atragantó con una migaja de pan, mientras insultaba en su imaginación a los elefantes rosas).

Adriana desapareció una vez, mientras él comía dulces en la puerta de su casa (a la edad de 26 años).

- ¿sabes Richard? (dijo ella, mientras estaba a su lado comiendo caramelos de miel) siento que un día de estos voy a desaparecer de repente.

Y así fue.




Una tarde de verano, fue a buscar a la mujer que había le quitado el cinturón de castidad de su alma, la única mujer que sintió su corazón latir en el medio de la nada.

Sólo encontró lodo y charcos de agua en su ausencia.

Ella partió. No dejó recuerdo. No dejó palabras. No dejó suspiros.

No dejó nada. Sólo se fue.

Ese mismo hecho de partidas sin explicaciones algunas era algo completamente normal para él. Ya se había acostumbrado a incógnitas carentes de sentidos.

- voy a comprar velas para los santos (dijo su padre, en un invierno de 1950, mientras él abría la puerta de la casa.)


Nunca más se vio su cara de nuevo.

- es que hay muchos santos en la iglesia, debe comprarle una vela a cada uno (decía su madre, en tono apenado, cada vez que Richard abordaba el tema).



Su madre…murió el día que Richard se rompió los aparatos ortopédicos. Fue algo completamente extraño, puesto que a los dos segundos que él los rompió…

…a ella le dio un infarto.

Él tenía la edad de…29 años.



- cuando mi mamá deje de existir…estaré feliz doctor (decía Robert con una sonrisa hipócrita a las 4 y 56 de la tarde).

Richard volvió en sí. Miró por la ventana y el dibujo del niño se había convertido en líneas sin sentido alguno.

- ya sabes lo que te voy a decir…


Ambos quedaron callados.

- Más lithium… (contestó Robert, mientras se levantaba del diván).
- Y…ya…estás curado… (respondió Richard, con una sonrisa completamente obligada).


El reloj marcaba las 5 y 1 de la tarde, cuando le pegó un fuerte dolor de cabeza.

Sus ojos se fueron hacia atrás y sus manos temblaron en el aire.

- ¿está bien doctor? (decía asombrado el paciente)

Y pegó su cuerpo contra el piso de madera. El sonido golpeó las tablas fuertemente.

El cuerpo se había convertido en piel sumamente fría e inerte, mientras que alrededor se escuchaban los gritos del loco paciente.

- ¿¿¿¿como se viene a morir frente a un loco, doctor??? (gritaba Robert, mientras se retorcía en un rincón).


Manchas rosadas aparecieron en sus imágenes.

Y ahí comprendió todo…

- siempre existieron los elefantes rosas (dijo el psicólogo, mientras una risa se escapaba entre sus labios).

Y con la mayor calma del mundo cerró sus ojos.

Sus latidos se hicieron cada vez más lentos.

Y lentos…
Más lentos…



Su abuela tenía razón…los elefantes rosas de la india, eran muy peligrosos para la mente de un loco.

Nigth1404 de febrero de 2009

3 Comentarios

  • Dama

    Vaya con los elefantes rosas, parece que los tenemos en nuestras mentes escondidos y nosotros sin saberlo.

    Siempre en tu linea Marco. No cambies nunca.

    Besos

    04/02/09 07:02

  • Nigth14

    hola dama muchos besos igual :)

    04/02/09 05:02

  • Ada

    Marco ya andare por aqui,no quiero pasar por arribita de tu texto...

    besitos

    04/02/09 11:02

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