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Condenada Capítulo I

CONDENADA
POR SER MADRE DEL SÍNDROME DE DOWN

- La luna se está peinando, entre los espejos del río. El toro la está mirando, entre la jara escondido…
Canturreaba Lucía a su pequeña. Siempre le pedía que la durmiera con esa canción. Con esa canción y con los dedos enrizándose en una mecha de su castaño cabello. La pequeña Beatriz sufre un síndrome de Down que la convierte en el centro de todas las atenciones de su madre, en el motivo de una vida llena de sacrificios, pero también en el fundamento de su vida. Hace ahora tres años que vive sola con sus dos niñas. Sus dos tesoros que son Beatriz con nueve años y Olga que acaba de cumplir sus tres añitos.
En el momento de conocer su embarazo, Matías la dejó alegando que no estaba preparado para otro “monstruo”. Ya le costó aceptar a la primera. Ahora era imposible tragar con la segunda, le dijo tras el portazo; por donde jamás volvió aparecer.
Olga se ha quedado dormida. Lucía, para asegurarse que ese sueño no fuera demasiado ligero, le acuna un poco más tiempo.
Todavía recuerda la escena en la que el médico le dijo que al tener su hija mayor una trisomía 21 con traslocación, tenía casi todas las papeletas de volver a repetirse con el mismo síndrome si se volvía a quedar embarazada. Dicho en cristiano; que si volvía a quedarse embarazada, por la patología del síndrome de Down de Beatriz, volvería a tener otro hijo con el mismo problema. Pero Matías hacía caso omiso de cualquier cosa que tuviera forma de orden o sugerencia. Y volvió a quedarse embarazada y volvió a tener el mismo problema. Solo que ésta vez, estaba sola.
Beatriz se acerca a su, ahora, desocupada madre para abrazarla y decirle que la quiere. Tiene ese aspecto común entre los de su enfermedad; ojos inclinados levemente hacia arriba, boca pequeña, lengua aparentemente grande y nariz achatada. Pero también esa ingenuidad y ese calor de corazón que los caracteriza.
Lucía la abraza con todo el amor del que es capaz de dar, y la besa en la frente. Lucía tiene cuarenta y siete años y un semblante gastado. Es una mujer que se ha olvidado a sí misma, para dedicarse en cuerpo y alma a sus hijas. Hace tiempo olvidó como suena el verbo gozar en su propio cuerpo. Está un poco oronda y viste de la forma más práctica posible, olvidándose de todo lo que la rodea fuera de su entorno familiar. En realidad las necesita. No sabría vivir sin ellas. No porque fueran las mejores niñas del mundo, ni las más inteligentes entre las de su común enfermedad, ni siquiera porque sean sus hijas; sino porque tanto se ha esforzado en aprender a vivir así, que sería imposible para ella hacerlo de otra forma. Lucía ha caído en el tópico de la típica madre que no sirve para otra cosa. O al menos, eso cree ella.

Suena el móvil. No se pueden permitir el lujo de tener una línea de teléfono particular. Hay otras necesidades. Tiene un celular de prepago y cuando se termina el saldo de ésta, tiene que esperar a que el asistente social les vuelva a dar otro cheque para cubrir las necesidades básicas.
- ¿sí, dígame?
- Buenas, soy Armando. El director del banco.
- ¿Qué ocurre?
- Mire…hemos intentado contactar con usted por varios medios, pero ha sido imposible localizarla. Este móvil nos lo han facilitado en el colegio de sus hijas. Era para decirle que tiene un descubierto de diecinueve mil ochocientos treinta euros. Si no regulariza su situación, me veré obligado a someterla a las normas jurídicas establecidas para tal efecto.
- ¡qué tengo cuánto! ¿de qué si puede saberse? –dijo Lucía encolerizada y confundida.
- Según tengo aquí registrado, es de numerosos movimientos con la tarjeta de crédito.
- ¡Eso es imposible! Hace más de dos años que no la utilizo.
- Pues el último movimiento es del pasado jueves…a las 2 de la madrugada.
- ¡Dios mío! –Acaba de caer en la cuenta de que Matías tenía otra tarjeta a su nombre como autorizado.
- ¿Y si no pago qué puede pasar?
- Pues…eso tendría que decidirlo los tribunales señora.
- ¿Puedo pagarlo a plazos?
- Es mucha cantidad señora. Tiene hasta el próximo lunes para regularizar la situación.
- ¿Pero de dónde demonios voy a sacar yo ese dinero?
- Como comprenderá señora, nuestro problema es cobrar. El suyo es encontrarlo.


Continuará
© Francisco González Bretones 15 febrero 2009
El Arqueólogo
Peico15 de febrero de 2009

4 Comentarios

  • Voltereta

    Me ha llamado la atenci?n este relato, demasiado triste desde mi punto de vista, muy desgraciado el personaje principal, pero me parece interesante y bien escrito, seguir? ley?ndolo.

    Un saludo

    15/02/09 08:02

  • Nemo

    Que tal amigo Peico!!... un personaje bien delineado que toma tintes de heroico ( a mi parecer )... SItuaci?nen en la que viven muchas madres solteras ( no que tengan hijos as? ) y se dedican a sacar adelante a sus hijos con todo y que parece ser que la vida se ensa?a con ellas...
    Espero lo que sigue!
    Saludos muchos!

    16/02/09 04:02

  • Peico

    Muchas gracias por vuestras palabras. S?, Luc?a es una hero?na a la fuerza. Es un personaje basado en algunas personas que en un momento dado de sus vidas acudieron a m?. Creo que hacerlo novela para que sea m?s accesible a todos, es casi una obligaci?n. Gracias por vuestra acogida.

    16/02/09 07:02

  • Danae

    Un relato que se presenta muy interesante desde el punto de vista literario, bien escrito y desarrollado, y humano, por su tem?tica y su emotivo realismo. Sigo a otro cap?tulo, poco a poco lo ir? acabando ...

    08/03/09 07:03

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