Sonoridario
Y el buen general supo de la infidelidad de su esposa. Levantó sus cejas y un ejército de mosquitos hizo zozobrar las entrepiernas de los presentes, esos casi machos, o afeminados hijos del tabaco rubio y los calcetines blancos. Erró en su percepción. De nuevo las damas sucumbieron bajo el inmenso y poderoso juego espermático de nuestro general cornudo.
Un saludo.
23/11/14 08:11