Con gran parsimonia avanzaba, ausentes los cuerpos ya, solo animados por
una memoria colectiva enredada en los recuerdos, dieron comienzo a un viaje
a través del espejo.
Como en un estado de somnolencia, entre la vigilia y el sueño sus deseos están sedientos de mostrarse, obedecía su afan al cuerpo ceñido de un paraiso particular.
Con recelo y con un leve tormento que le llevó a la experiencia vital, con envoltura tentadora de hallar en unos versos los paisajes que le emocionan con empeño.
Con la cadencia de un soneto, y con el peso de su historia a cuestas, tuvo la experiencia de flotar en un ambiente fuera de lo habitual.
Buscaba nuevos modos de mostrar sus pensamientos, de sus secretas plegarias, que en el blanco lienzo emergía cuando las plasmaba.
Con la virtud insufrible y con la terquedad de la emoción de vivir de esa forma tan sutil, se lanzó con vértigo sobre el río de emociones que lanzaba al mundo, eran estornudos de una vida que aún no había empezado a experimentar, quizás derrama una salvación a su vida inútil, sobre el río de la humanidad.
