Te Quiero
-te quiero, pero me asustas- dijo el chico con voz trémula.
-¿cómo es eso?- preguntó la chica con sincera curiosidad.
- sí, la verdad no espero que lo entiendas, sólo quiero que lo sepas. Te quiero, me gustas y no sabes cuánto. Pero hay veces que no tengo ganas de verte, que me canso de tu actitud. No me culpes, la forma en que me tratas le dolería a cualquiera. Pero aún estoy aquí, queriéndote cautelosamente, cuidándote de mí mismo. Te quiero, y no importa si tú me quieres o no, la verdad es que no busco estar más cerca de ti aunque te necesite.
-no entiendo por qué dices eso- respondió ella.
- porque te quiero, y es la verdad. Si estuviéramos más cerca, si fuésemos algo más, sé que me cansaría de tu actitud injustificable, y me alejaría. Y no quiero lastimarte. Así que está bien quedar así, a la distancia, así el único que sufrirá seré yo. Porque te quiero, y quiero verte feliz, pero sé que en mí no encontrarás tu felicidad. Así que ve, ve a su encuentro y aférrate a él. Yo te querré a lo lejos y sonreiré por ti, y discúlpame si alguna vez me ves llorar, trataré de guardar mis penas para mi exilio.
- no lo hagas por favor, créeme cuando te digo que lo que yo quiero es quererte.
- pero no lo haces- respondió con los ojos llorosos- y no importa cuánto te esfuerces, no lo conseguirás. El corazón elige a quien amar, nosotros sólo nos encargamos de hacerle caso. Ve, anda de una vez, antes de que sea más tarde y no lo encuentres.
-muchas gracias, Gabriel, sabes que te quiero- se lanzó sobre él enrollando su cuello con ambos brazos.
-lo sé- contestó él- aunque me pese que no de la manera que me gustaría. Creo que no es necesario que te diga nuevamente que te quiero.
- nunca hizo falta- respondió la chica separándose de él, pero con los brazos aun colgando de su cuello- siempre me lo has demostrado- entonces se acercó a él y le besó la mejilla, para después alejarse por la vereda hacia donde el sol se ocultaba. Él se quedó ahí viéndola partir, sin poder evitar que unas lágrimas rodaran por sus pómulos. Esbozó una sonrisa mientras dejaba escapar una frase al viento que la chica no alcanzó a escuchar: perdón por quererte tanto.
