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"corazón Sin Alma: Continuación Del 1º Capitulo"

Bitácora del Doctor Thot

Me he pasado toda la mañana escudriñando en la biblioteca, bueno, lo que llamamos biblioteca, ya que nada de lo que hay en este viejo hospital serviría como biblioteca, y tengo una teoría, aunque absurda, si, puede que sí, pero una teoría que explicaría muchos de los acontecimientos que han ido surgiendo a lo largo de los años. La idea es retorcida y alguno pensaría que mi lógica es la de un loco, pero en los tiempos que corren, ¿no lo somos todos un poco?
En ausencia de Brenda, he aprovechado para visitar a un amigo, un alumno, que tiene un serio problema… si creyese dios, le pediría que me librara de ocultar la verdad a Brenda, pero ella es demasiado inflexible para estos casos, aquel día que renació, lo hizo para no echar cuentas a nadie, mirar hacia delante y hacer las cosas con seso, ya que si lo hiciera con el corazón… no quiero ni pensarlo. Es buena chica, pero un tanto intolerante y fría, hace tiempo que no deja ver su verdadero “yo”, no, ni pensarlo, no haría nada que la convirtiera en un ser vulnerable. A los ojos de todos, ella es implacable, y aunque quede un resquicio de bondad, no lo pondrá a vista de cualquiera, y mi incluyo en esa lista, aunque, es cierto, que conmigo se sosiega y es un tanto más sociable, sigue rehuyendo hablar de sentimientos… solo habla de ese maldito sueño… espero que lo olvide pronto, tengo que protegerla de esos sueños. Pero a lo que iba, me escape del hospital para dar con un viejo alumno de la facultad, una de las mentes más brillantes con el que he tenido el placer de compartir laboratorio. He quedado con él en el Museo Metropolitano de Arte, en pleno Manhattan, a unas calles más debajo de donde se encuentra Brenda, dando caza a nuestro nuevo paciente – u objetivo, ella prefiere llamarlo así – solo imploro a los dioses que no nos vea.
He llegado en el metro, he subido la escalinata, ayudándome de mi inseparable bastón, es un antiguo bastón de un par de siglos, tiene forma de “t” y el mango está recubierto de oro y oro blanco, dibujando unas figuras arboleas estilo “art nouveau”. Adoro ese bastón. Llegue al interior del museo, estaba abarrotado, tanto que no lograba ver entre el bullicio. Me dijo que esperara cerca de la recepción, me dispuse allí, junto a una de las robustas columnas, apoyado sobre mi inseparable bastón, cuando sentí el calor del tacto sobre mi espalda. Me volví, sobresaltado, era él, pero una capucha le cubría parte del rostro.

- ¡Gabriel! – grite - ¡Que susto me has dado! ¡Pero cuanto me alegro de verte…!
- ¡Ssshhh! – me decía mientras me cogía del hombro para guiarme - ¡Yo también Doctor, no sabe cuánto! – parecía susurrar, aunque no sabía muy bien porque.
- ¿A dónde vamos? – pregunte, pues parecía nervioso y cauteloso.
- A un sitio menos concurrido… - respondió llevándome por uno pasillo que daba a una puerta que decía “Solo Personal Autorizado”. Andamos hasta llegar a lo que parecía un cuarto de calderas, donde se sitúan las cañerías, ect… Allí se paró en seco, se volvió despacio frente a mí y quitándose la capucha, descubrió su pálido rostro. Su pelo estaba casi blanco y parecía mayor… parecía, un anciano.
- ¿Qué ha ocurrido, Gabriel? ¿Que te ha pasado? – pregunte preocupado y lleno de curiosidad.
- Profesor… - me susurraba negando cabizbajo - …he cometido un error… se que usted siempre nos ha dicho, ha insistido en que la ciencia debe ser lo primero por encima de nuestras creencias, que la verdad se encuentra en todo aquello que podamos tocar o palpar, aquello que podamos comprobar que existe, en pensar, ver y razonar y no imaginar… pues yo he imaginado… y este es el resultado. – termino.
- Gabriel… - le dije cogiéndole una de sus manos temblorosas.


Cogimos un taxi y nos dirigimos a Kings Park, debíamos llegar antes que Brenda, para buscar una solución a su problema, si no… no quiero imaginar la reacción de Seeker. Durante el trayecto Gabriel me conto los detalles de su fallido experimento. Una empresa privada le contrato para crear ADNs a partir de unas cuantas células e inyectarlas a individuos para ver sus efectos, eran los llamados Ciudadanos X. La presión por los resultados de las pruebas era tal, que hizo lo que todo científico ha hecho en alguna ocasión, se inyecto la probeta. Los resultados no fueron los esperados, el pánico le invadió, sabía que si lo descubrían acabarían con él, le preguntarían porque no había probado la probeta en uno de los modelos, y la respuesta no les iba a agradar. Un científico con moral es lo más dañino para el avance de la ciencia, sin embargo, demos gracias a que existamos, si no, el mundo seria más cruel y despiadado. Digamos que el pobre chico envejece por un acto de bondad. Se como repararlo, al menos de momento, hasta que consigamos encontrar una cura o un antídoto. El taxi aparco en frente del edificio, le pague sin mirar cuanto le había soltado, y corrimos hacia el hospital. Subimos en el monta cargas, era suficientemente grande para dos personas. Cruzamos el pasillo y llegamos hasta el laboratorio. Gabriel se apoyo cansado en un taburete, mientras yo buscaba en las vitrinas un coctel de mi cosecha.
- Muy bien – dije cogiendo la probeta - …creo que voy a tener que inyectártelo, no tenemos mucho tiempo.
- ¿Por qué? – me dijo apartando la aguja de su brazo, podía sentir lo débil que estaba, pobre, no teníamos tiempo para esto.
- De acuerdo, no he podido decírtelo antes, pero… No vivo solo… Hay una mujer, no es nada sexual, por si te lo preguntas, es… largo de contar… pero sobretodo tienes que tener en cuenta lo siguiente: me ayuda a cazar mutantes de probeta para eliminarlos, y tu eres uno de ellos… no podre impedir que te mate si lo averigua… - le dije sosteniendo su mirada. El cavilo por unos instantes y sin mediar palabra subió la manga de su brazo. Y yo hice lo propio. El coctel comenzó a actuar rápido. Gabriel sintió un fuerte dolor en el brazo que le subía por toda la columna, cayó al suelo desmallado, pero luchando por no perder la conciencia. Yo intentaba sostenerle, pero no podía hacer mas nada. El antídoto estaba haciendo su función. Inmediatamente, el dolor se aplaco, y comenzó a respirar normalmente, se incorporo poco a poco, pestañeando incesantemente, como si el lagrimal le funcionara de pronto, comenzó a mirarse las manos, y fijo la vista en mí. Yo sonreí. Allí estaba Gabriel, un joven de aspecto sano, alto, delgado y de complexión fuerte, sus ojos cristal brillaban como antes, y su pelo castaño cubría todo el cuero cabelludo.
- ¡Es increíble… ¡ - dijo observándose en un espejo. Este último año lo había pasado refugiado en albergues, asilos, residencias de ancianos, toda clase de antros y cloacas. Vivía como un fantasma y hoy le habían devuelto la vida. - ¿Cómo es posible? – pregunto mirándome.
- Bueno, es temporal, tendrás que inyectártela cada 12 horas, diremos que es por tu diabetes, así no levantaremos sospechas - me apresure a mirar por la ventana, allí llegaba Brenda, ya había anochecido, y llovía copiosamente.
- ¿Por qué no podemos decírselo? Si vive contigo, sabe lo que haces…
- ¡NO! – interrumpi – No… - repeti mas sosegadamente . Me acerque a él con el dedo índice levantado – Nuestras reglas son muy estrictas... decidimos deshacernos de los “mutantes probeta” porque todos parten de una misma fuente, son personas malvadas, deshechos de la vida, seres que en su otra vida fueron peor que animales, imagínatelos sueltos y con una fuerza o una habilidad sobrehumana. Brenda parte de una filosofía muy sencilla, que le permite tomar una decisión rápida. Y gracias a ello hemos conseguido acercarnos a una fuente muy importante… - suspire, apuntando algunos datos en una carpeta. Le arroje la carpeta a la mesa donde se había apoyado para observar algunas de mis probetas. – Te dejo que hagas los honores – leyó “Paciente nº 256, Nombre:….”– el me miro un poco receptivo, y cogiendo una pluma escribió su nombre en el. Cogí la carpeta y la guarde en una caja de seguridad, detrás de una réplica de “El hombre vitruviano” de Leonardo Da Vinci. Pronto se escucho, el montacargas y tras el unas pisadas fuertes y militantes. Sin duda era ella. Gabriel trago y espero mirando la entrada a la puerta del laboratorio, tras ella apareció una mujer de unos 40 años, alta, morena, con los ojos oscuros como la noche, y de semblante serio, su ropa era oscura y algo harapienta, simulada gracias a una buena gabardina. Sin embargo, rompió esa fachada cuando me saludo como si fuese un militar. No tardo mucho en notar la presencia de Gabriel, quien aguardaba con las manos en los bolsillos, como el que espera a que le presenten a los padres de su novia.
- ¿Y tú quien coño eres?
- ¡Brendaaa! – intente calmarla.
- ¡So-soy Gabriel Su-su-Swatchman! – respondió torpemente ofreciéndole la mano. Brenda lo miro impasible, como si no fuese con ella.
- Doctor…
- Si, si, veras… es un antiguo alumno, cada vez tenemos mas y mas casos, y… necesitaba ayuda… él fue el mejor alumno que he tenido, y fíjate por donde, no tiene ningún otro compromiso, salvo el nuestro, esta todo explicado y te ayudara en todo lo que haga falta, ¿verdad, Gabriel?- le dije mirándolo en un intento de encontrar complicidad entre los dos, el asintió rápidamente.
- ¡No me gusta! – respondió enérgicamente – Cuantas más gente se implique más difícil será de llevar, y este pajarito no nos va servir de mucho…a ver pajarito, ¿sabes usar un arma?
- No – respondió.
- Entonces, ¿sabrás defenderte? ¿Kid boxing, full contact, defensa personal…?
- Eh… no – respondió.
- ¿Sabrás conducir al menos?
- …sssssss…. – negó con la cabeza.
Brenda me miro muy enojada, podía sentirlo, se acerco a mí sacando una tarjeta de su bolsillo trasero.
- Toma, la identificación del mutante – se trataba de un carnet de identidad, en el figuraba lo que había sido el mutante antes de ser lo que era, y antes de ser eliminado por Brenda. Brenda se aproximo hasta la lista que tenia colgado en la pared del laboratorio y tacho un numero, 246. Diez números más y Gabriel estaría criando malvas. Después de eso, Brenda salió por la puerta y no se le escucho decir más nada.
Gabriel tardo un tiempo en reaccionar, en seguida me acribillo a preguntas. “Que era alucinante, que de donde la había sacado, que que era lo que tenía que hacer…”, es joven entusiasta, demasiado joven, y demasiado entusiasta. Tendría que mostrarle todo lo que se para un futuro, pues no se cuanto tiempo me quedare en este mundo terrenal, incluso tendré que contarle cosas que aun no estoy preparado a revelar… aunque también podría llevármelo a la tumba. “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra… yo jamás sostendré piedra alguna, pero no seré el único”…
Sarahbernartt27 de marzo de 2010
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