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Un Día Cualquiera

No tengo trabajo pero me gusta despertarme temprano, así que a las siete de la mañana suena el despertador del móvil. Como no tengo prisa por levantarme, lo pongo media hora más, antes de empezar el día. En esta media hora, Sevilla pasa de la oscuridad a la luz, del piar de los pájaros al ruido de los coches.
Lo primero es ir al cuarto de baño. Nada más entrar, está el lavabo a la derecha con un espejo con marco rojo y un foco. En frente está el perchero con dos toallas, una marrón y otra roja, para ese momento de la ducha, primera prueba de la mañana.
Antes de nada, dos o tres viajes al armario donde está la ropa, porque si no me olvido la ropa interior es el pantalón, o cuando cierro la puerta del cuarto de baño no tengo ropa para después, pero siempre tengo que volver. Suelo poner una radio pequeña y escuchar música mientras me ducho. La pongo encima del lavabo aunque me entre la paranoia de que me va a pasar como en las pelis de miedo y muera electrocutado. Después de veinte años haciéndolo no será hoy el día en el que pase. El váter es demasiado pequeño para lo que quiero porque ahí va la ropa nueva, la que llevo encima y yo, por lo que aunque se arrugue todo, al menos calentita va a quedar. Es el momento en el que hay que poner los cinco sentidos en una sola meta: Abrir una de las puertas de la mampara, pensar en cómo se debe poner la alcachofa de la ducha para que ni me roce cuando me vaya a meter hasta que deje de estar el agua helada, y colocarla. Con los pies fuera de la plataforma de la ducha y haciendo malabarismo, ¡máxima potencia y agua caliente! Tanto que en breve el vapor empaña casi todo el cuarto de baño. Es pequeño. Es que si entro con el agua fría, puedo convertirme en un cubito de hielo y prefiero quemarme en la hoguera. Cosas de los sureños.
Rápido, muy rápido, saco la mano izquierda y con la derecha encajo una puerta con otra. Siempre lo hago al revés, lo que supone un contratiempo. Cuento “1, 2, 3” y para adentro. Si todo va bien, no hay gota que haya siquiera humedecido mi cuerpo. Entonces cojo la palanca que decide la temperatura y lo pongo que ni para ti ni para mí, en el medio. Ya me puedo duchar tranquilo, abriendo y cerrando el agua para gastar lo menos posible, que luego veo en la tele lo de “por un litro de agua…” y me siento mal.
Antes de vestirme, me pongo a lavarme los dientes. Comienza el juego. Con un ritmo lento quito el tapón de rosca del dentífrico. ¿Cómo se ha podido escapar si lo he hecho con cuidado? - me pregunto. Acelerando los movimientos, trato de evitar lo inevitable. El tapón empieza a cobrar vida y se pone a corretear por el lavabo y manos y ojos se ponen a seguirlo. ¡Cachi! ¡lo cogí! ¡uiiiiiiii! Casi lo consigo. Después de volverme loco, el tapón acaba en el desagüe y por si fuera poco, ocupa justo la superficie del agujero. Ni se cae ni se puede coger fácilmente. Supongo que cada uno tiene su técnica. La mía es coger las tijeritas con final en curva para tirar de él. Y... voilá. Lo consigo. Con el tapón en la mano me siento el más feliz del mundo. Game over.

Ya despierto del todo tras este incidente, desayuno un vaso de leche con colacao y media tostada con mantequilla. Ahora llega el momento de saber como se despierta el mundo y bajo a comprar algún periódico al kiosco . Coincido allí con una mujer mayor, 75 años dice que tiene. Yo espero mi turno a la izquierda de ella, y de repente empieza a hablarme. Primero sobre el cielo y el infierno, y luego ya me cuenta su perra vida, y no en el sentido de vagancia, sino de piedrecillas y pedruscos que se ha encontrado en el camino hasta llegar al presente. Mucha gente le habría cortado y seguido su camino, pero no quiero ni eso ni desconectar. Es algo muy rico lo que se siente cuando alguien te cuenta sus cosas y sabes que tu silencio le basta y sobra para sentirse mejor. No sé que le hace pararse conmigo, sé que me alegra que lo haga.

No me voy a detener en lo que me cuenta. Es fácil adivinar lo que le puede ocurrir a una niña de la postguerra que se casa con el hombre equivocado y dedica su vida a las buenas obras, las que realmente importan, sin darle más valor al dinero que un medio para ayudar a familiares, amigos o dando una gran propina a desconocidos. Al final me dijo que yo había hecho la buena obra del día escuchándola. Supongo que una buena obra es eso, ayudar y ser ayudado.
Por la tarde, quedo con una amiga especial. Todos hemos tenido una amiga a la que le confiamos todo, con la que estamos realmente cómodos, para la que no tenemos secretos. Nos hace estar ilusionados, sonrientes, seguros, cuando simplemente le contamos algo de nuestro pasado o un gran problema que nos tiene muy preocupados o es ella la que lo cuenta. Esa persona que se va haciendo cada vez más especial con solo sonreír, y hace que se nos olvide el problema aunque sea un ratillo, en mi caso se llama Lucía.
Ella me detalla un pequeño lío que tiene con otra persona. Le sonrío y apoyo. Pero ¿qué pasa cuando nos despedimos? Lucía me da un abrazo y un beso efusivo. Para ella es una muestra de cariño y hasta de agradecimiento por estar con ella, pero para mí es el principio del fin. Ya cuando solo queda el recuerdo de su olor, empiezo con el “y si...” y me ilusiono con llegar a ser más que amigos. Craso error. No sé qué hacer o ni siquiera si debería hacer algo. Seguiré diciéndole que entre nosotros no hay secretos, pero hay algo en mi corazoncito que lo niega. Hay un secreto que estoy deseando compartir con ella, pero que por miedo a perder, no lo exteriorizo.

Tener una gran amiga o un gran amigo es una gran suerte pero también puede ser un yugo. Hay que echar la moneda al aire y esperar a que salga cara en vez de cruz.
Ya de vuelta a casa, me siento en el sofá con la cabeza un poco ida y me entretengo con el telediario de las nueve. El ambiente está enrarecido, los políticos alzan la voz y solo los que no pueden mirar a otro lado, se paran a escucharlos. La audiencia se sienta en sillas baratas mientras tienen coches oficiales y demás comodidades que los alejan de los ciudadanos, de la audiencia. Esta situación provoca otros cambios poco a poco. El verdadero círculo de amigos, se estrecha y endurece, mientras el otro, el de los intereses, se multiplica sin fin.

En medio de este difuminado futuro, con las temperaturas congelando ideas y agrandando ese silencio que merece una patada en el culo, en medio de todo esto, he podido sentir un fuego rodeado de nieve. Después de la predicción del tiempo para los próximos días, me presto a echarle el aliento a un libro que debería estudiar, cuando de repente, tengo un presentimiento. Tengo que dejar lo que estoy haciendo y bajar al portal. Me quedo a escasos metros de la puerta intentando averiguar la causa que me hace estar ahí. Hace muchísimo frío, pero es soportable. Me gusta ver cómo late Sevilla a las distintas horas del día, y puedo asegurar que en este momento está con lo justito para estar viva. Todo oscuro, salvo algún haz extraviado procedente de las farolas. Todo previsible.

A los pocos minutos algo me sorprende, me deja sin palabras, solo mis oídos son capaces de reaccionar. Al principio pienso que es alguna banda de música de Semana Santa ensayando como todos los días, como todos los años... pero no, hoy la previsión no puede alzar la voz. Se trata de un ritmo alegre que viene del parque, un grupo de chavales que en vez de ahogarse en este presente, optan por alegrar el momento, al menos a mí me hace pensar que siendo positivo se pueden conseguir grandes cosas. No tienen un equipo de música que suene tan alto que moleste, ni están junto a un coche con vasos largos en lo alto. Solo necesitan unas latas, unos tambores, un silbato y ganas de cambiar este cuadro negro en el que está dibujada la sociedad. Son cinco. No buscan que pongan más farolas, ni que les den trabajo, solo tocar sus instrumentos. Seguramente, todos los que ahora pasan delante de mí, piensan que estoy loco. Un chaquetón gris abrochado hasta el cuello, una barba considerable, y moviendo las piernas al son de los tambores. Pero me da igual, estoy viviendo mi principio de metamorfosis. Arrear a la realidad y reaccionar ante la negatividad reinante que me hace sentir como si tuviera miel en la suela de los zapatos y me pausara mis movimientos. Estos chavales de veinticinco o veintiséis años han encendido una mecha con la que tengo que hacer explotar mis zapatos y comprarme otros nuevos. Iré a los mismos lugares y a otros nuevos, pero con otros ojos, con otros zapatos que repelan la miel.
Son las diez de la noche y me siento nuevo, pero... toc- toc, la realidad llega y nos pega un chorlito en los oídos. Cuatro policías se acercan y ordenan silencio. Ellos se van a otro lugar y yo a mi casa.
No acostumbro a cenar mucho, solo una tortilla francesa y agua. En la televisión hay poco que ver y además estoy con ánimo positivo, lo mejor para acostarme, aprender algo más, apagar la luz y pensar lo que quiero en mi nueva vida. Así que me dispongo a leer un libro de relatos antes de dormirme, pero ahí está él para impedirlo. Primero me pica en la pierna derecha y luego, de recochineo, pasa por mi oído para que sepa que es él. Ese sonido tan estridente hace que deje el libro en la cama y me ponga a pelear con aquel ser con cuerpo de mosquito. Puerta y ventanas cerradas para que no se escape. Dicen que mente superior domina mente inferior.

Voy reconociendo cada pared blanca, cada una de las estanterías llenas de libros, las puertas del armario de la ropa, ese aparato que compré en la teletienda para ponerme en forma pero que acaba por ser un mueble más, la puerta del cuarto, que al estar pintada de marrón oscuro parece buen sitio para esconderse, y en el techo cuadrado, incluso cerca de la bombilla que cuelga. Nada. Empiezo a replantearme si la mente superior es la suya o la mía. Hoy no es el día para darme por vencido a las primeras de cambio y tengo que hacer una segunda revisión. ¡Ahí está! En una estantería, sobre un libro de templarios cubierto por un plástico. Cojo unas chanclas y despacio me aproximo. ¡Zas! ¡Ja! Se va a reír de mí una mente inferior. Yo soy el que manda aquí.
Miento si digo que lo mato y me duermo feliz. Ni siquiera lo rozo. Quizás le provoque un infarto al corazón, porque ya no vuelvo a sentirlo en toda la noche. No sé si algún ser es más que otro, pero sí que todos estamos para sobrevivir y eso nos iguala. Con esta lección que me da un mosquito, empieza mi nueva vida.
Silenciodeluna24 de junio de 2010

13 Comentarios

  • Silenciodeluna

    Un premio para quien no se aburra en el camino jejejejej

    24/06/10 01:06

  • Alumine74

    Antes que nada quiero mi premio :P
    Sabes que me entretiene leer tus vivencias, lo haces animado. Sinceramente suelo leer mas poesías que otra cosa en TT, pero salvando a algunas personas a las cuales me encanta leer porque justamente hacen que me adentre en el relato como si fuera yo una espectadora de lo que van narrando.
    Abrazos Pepe
    Buen día para vos


    P/D: no puedes dar tanta vuelta para ducharte XD

    24/06/10 04:06

  • Silenciodeluna

    El premio es... (redoble de tambores) pasar un día entero conmigo!!! uau


    las pocas personas que han visto mi ritual de ducha dan fe de la veracidad de los hechos narrados. pero sí, debería de tener mejor la cabeza.

    Feliz día,
    Nos leemo

    24/06/10 05:06

  • Retales

    ¿Aburrirse?..!Imposible! has descrito un dia a dia de tu vida con una sencillez que atrapa. Los mejores momentos para mi han sido el de la señora que te ha contado su vida y tú la escuchabas, eso dice mucho de ti como persona llena de humanidad. Y los chicos del parque haciendo sonar su música, yo tambien me hubiera puesto a mover mis pies al ritmo de su melodía. Todo está lleno de sabiduría en tu relato. Me ha gustado, he pasado un rato muy agradable.
    Gracias y un abrazo.

    24/06/10 06:06

  • Mary

    Menuda batalla con el mosquito jajaj, y es que a veces esos bichillos
    se pasan de listos y consiguen desesperar a cualquiera. Lo del tapon
    de la pasta de dientes me a resultado muy gracioso, estaria mas
    gracioso aun de ver jaja. Imposible aburrirse, imposible no reir.
    A sido muy agradable leer tu historia. Besoss.

    25/06/10 12:06

  • Vocesdelibertad

    Pepe:
    Es que de verdad! me gusta mucho como escribís. Te leo de a tajitos, pero imagino lo que escribes y, ahora, tal parece que conozco tu cuarto de baño jaja... un tanto empañado el espejo para mi gusto :0)... pero no haré una descripción como el caso del tipo del oeste jaja!

    La parte de escuchar es de mis favoritas, porque yo soy de aquellas que escuchan y no dan mucho consejo, lo que devuelvo son miles de preguntas para que la persona tome decisiones y sienta que estoy interesada en sus sentimientos. De Lucía puedo decir que seguramente nos dará unos versos suaves y hermosos. Del mosquito ni hablar, necesitas una chancla más grande jaja

    De aburrido no tiene nada!

    Lo más importante es que piensas en tu futuro, CLARO no es cualquier futuro, es nada menos que el tuyo y tienes TODA la razón siendo positivo se alcanzan grandes cosas, eso... YA LO VERÁS.

    Excelente día cualquiera! por allí nos deberíamos a animar a contar todos un día cualquiera de nuestras vidas, sería muy interesante, porque entre risa y risa, quedan hermosas pinceladas de vida y de ejemplos dignos de imitarse.

    Un abrazo muy fraterno,

    25/06/10 06:06

  • Danae

    Vaya, un costumbrismo jalonado de insuperables momentos de solemnidad en las imágenes ... salpimentado con notas de humor ... algún sutil interrogante regurgitado por el desague de nuestro lavabo particular, y que para nada se pierde ... En suma, un texto muy, muy ameno y agradable de leer, Pepe.
    Muy bien por ti. Un placer haber pasado por aquí.
    Un abrazo con el corazón.

    25/06/10 11:06

  • Pringas

    Jajajjajajaja... Maravilloso escrito hermano, lo he disfrutado desde el inicio al fin. ¿ Cómo aburrirse? Nada puedo resaltar, porque es un texto parejito gusta hasta el último punto. Tiene sutíl humor, total realidad, máximo sentimiento e incomparable calidad. Por momentos te imaginé, por momentos se me apareció la imagen de Joaquín ( Sabina) y por otros me ví yo mismo. Todo esto quiere decir que tienes un talento inigualable.
    Al igual que Alu generalmente, lo poco que leo es poesía, pero muy pocas veces dejo pasar un escrito o una poesía de mi amigo Pepe, porque sé que no me voy arrepentir y si no lo leo es tan solo por falta de tiempo.
    Bueno hermano, sin más te saludo Atte.
    Y porsupuesto te mando un abrazo.
    gastón

    26/06/10 02:06

  • Silenciodeluna

    Retales, agradecido me hallo por haber conseguido que llegues al final, incluso que te guste. Lo de señora es una de las cosas que me hacen sentir bien, es como que transmito sentimientos positivos. Lo de los chavales es que me dejó impactado. Sí fue grande ese momento hasta que llegaron los policías jejejej

    Un abrazo blanco

    28/06/10 11:06

  • Silenciodeluna

    Mary:

    pero batalla desesperante! tendré que evolucionar y poner un antimosquito en el cuarto.

    Lo del tapón es que no falla, o más bien siempre fallo porque no le cojo la técnica. Cambiaría de marca ( colgate) pero entonces perdería gracia.

    ... y yo que pensaba que nadie lo leería cuando viera un texto largo...

    Besos y sonrisas

    28/06/10 11:06

  • Silenciodeluna

    Voces:

    escuchar es de las mejores cosas que hay. Yo suelo actuar dependiendo del lenguaje corporal. A veces la otra persona pide que le mire a los ojos simplemente, otras que le aconseje y otras que le tire del hilo. Me fío más del cuerpo que de la palabra.
    Lo bueno de escuchar también es el factor sorpresa. Puede que alguien te cuente algo y de repente en tu cabeza salte una chispa que te ayude a ti en algo parecido o distinto.
    Hay algo que me sucede todos los días y no por ello deja de impresionarme: mi complicidad con desconocidos. Desde un bebé que va en carrito con la cara seria y cuando me ve sonríe, hasta un policía que sin conocerme me saluda o la del kiosco, que cuando me despido de ella, sin nunca haber tenido con ella conversación más allá de "me puede dar el estadio deportivo?", "son un euro veinte", me mira como si me admirara por algo. Son detalles de la vida, que no hacen crecer mi ego en plan creído, sino como ayuda para luchar. Es que siempre vivo en una yihad interna jejejejejejejj


    Efectivamente, a lo mejor al escribir un día de nuestras vidas parece una tontería por estar acostumbrados, pero estoy contigo en que sería un buen ejercicio. Para diversidad cultural... este foro.

    Un abrazo musical

    30/06/10 11:06

  • Silenciodeluna

    Danae, joder ( o "vaya" si lo lees en horario infantil), que bien me vendes. Me mandaste a tomar algo por las nubes de mi cabeza. Allí no hay palabras, solo sentimientos positivos.

    Un abrazo completo

    30/06/10 11:06

  • Silenciodeluna

    Hermano, esa mezcla de Sabina, tú y yo... pufff te suelo hacer pensar en gente con nombre, y eso es muuuuucho.

    Pienso que tengo el defecto de enganchar y desenganchar con facilidad. Por eso pensé mis queridos lectores (y algo más importante) se quedarían en uno de esos desenganches. He ahí lo de aburrirse.

    Parece que el mundial nos lleva a enfrentarnos en el verde sudafricano. me daría pena que perdiérais con nosotros, pero es que solo puede quedar uno.

    Un abrazo

    30/06/10 11:06

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