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Entierro

Llegó el momento, el día del entierro, el cementerio estaba lleno de empresarios importantes y de aquellos ricachones que decían lo mucho que sentían la muerte de Tobías Smith, el mayor empresario de Estados Unidos y dueño de ocho multinacionales en diez países.

La mayoría de su familia no asistía al entierro, solo estaban allí, su madre, uno de sus hijos mayores y el menor de sus hijos.
Sus ex no habían asistido y sus otros seis hijos tampoco, no lo echarían de menos, dudo que alguien en ese funeral hubiese derramado una lágrima verdadera por la perdida de Tobías Smith, pero sobretodo la más afectada era su madre, a la que le había vuelto a pasar con su hijo, lo mismo que con su difunto esposo, quien había muerto en circunstancias muy sospechosas.
La madre de Tobías Smith, lloraba desconsolada, recibiendo pésames y alguna que otra mirada de pena, venida de los camareros, porque los socios del difunto hombre, no lo sentían en absoluto, ahora tendrían más acciones para ellos.

¿Queréis saber la razón porque una estirada mujer que había derrochado su juventud en una vieja mansión, lloraba sin poder contenerse?
Fácil respuesta, el testamento de Tobías había sido leído hacia dos horas, le dejaba las multinacionales a los demás socios, su fortuna se la pasó a sus hijos, los únicos con los que no había tenido problemas, debido a que eran unos pelotas por no llamarlos lameculos, peor como ya esta dicho, sus propiedades, habían sido regaladas a sus muchas amantes y a su madre le había dado…

NADA

La mujer, se había quedado sin nada, no se podía decir que no se lo merecía, no había persona, aparte de su hijo que ya lo estaba pagando, que no se mereciera la ruina más que ella.
Era una mujer fría, vil, cruel, ambiciosa, cuando murió su marido, se la escuchó por primera vez reír y días después llorar, por no tener herencia, como le había pasado de nuevo en esta ocasión.

Sus nietos la miraban, con miradas de “contrólate, nos estas dejando en evidencia” pero ella no les hacía caso, ella era Minerva Vitorini, nunca hacía caso a nadie, pisoteaba a las personas que consideraba inferiores, como a cucarachas y disfrutaba humillándolos.
La mujer se aseguró de corredse, un poco más el maquillaje y de llorar mucho más, ante la perdida, delante de los medios que la pondrían de la pobre mujer que primero había perdido un marido y ahora a su hijo y a sus nietos y ex nueras de monstruos sin corazón.

Porque afortunadamente, aún le quedaban las mil y una exclusivas que iba a dar.
Sunbathe27 de agosto de 2008

5 Comentarios

  • Franco

    che y porque no era due?o de una tiendita en jose c. paz????porque siempre yanquis???por que???

    28/08/08 12:08

  • Lauth

    Muy buen texto! Respondo al de arriba: porque es m?s f?cil que los imagines, est?n en todas las pel?culas de acci?n, jajaja.
    Me alegro de que a pesar de las opiniones de tus parientes, sigas con la escritura; yo por culpa de esos chistes y palabras desalentadoras tuve a mis textos en cajones por mucho tiempo y dej? de escribir por otro tanto. Segu? con ?sto, vas por buen camino =)

    28/08/08 03:08

  • Mejorana

    El dinero siempre llama al dinero.
    Un texto bien razonado.

    28/08/08 03:08

  • Dama

    SEguro que con las exclusivas cobrar?a mucho m?s que con la herencia ...estos ricachones se las saben todas .
    Felicidades por el texto ...sigue escribiendo como lo haces , me encanta .
    Un abrazo

    28/08/08 07:08

  • Namari

    Sunbathe, felicidades por tu texto, sin duda en ese entierro todas las cabezas giraban en torno al dinero, l?stima... Saluditos

    28/08/08 11:08

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