Volví a ver sus tristes ojos. De pasada, así como un encuentro casual. Posiblemente él no me reconociera, pues solo levantó la cabeza para mirarme; después siguió andando con la vista por los suelos y, me atrevo a decir, que también su alma. Él nunca ha visto la vida de color, es daltónico. Pienso en su espantosa vida y me derrumbo. Día y noche deambulando por la calle, menospreciado por el resto del mundo, sin lugar donde resguardarse del frío, la lluvia y los peligros, sin personas que le brinden cariño. Tan solo recibe miradas compasivas o de desprecio, y más de algún grito al día. Recuerdo la otra vez que le vi, derrumbado en el suelo enfrente de mi casa. No puedo evitar acordarme de esa escena siempre que estoy mal. Él acompaña todas mis lágrimas, y creo que siempre lo hará. Me da miedo que acabe su vida de esta forma, sin yo haberle podido brindar mi ayuda. Su triste mirada inunda al inastante mis ojos y los convierte en un mar de penalidades, destroza mi alma y me sumerge en un profundo silencio, en el que la vida ya no me parece vida. Pobre perro, el de la triste mirada. 14-5-14
Jaja es algo que ne ha gustado hacer de siempre, aunque no siemore sale bien :-P si... Yo ultimamente no hago más que encobtrarme con ellos y se me desgarra el alma. Un beso coloreado
Gracias a ti Danae. Ojala todos juntos pudieramos hacer algo para no seguirles viendo tristes, porque cuando les ves alegres, te alegran el corazon, pero cuando les ves tristes... Te le destrozan.