Las espumas lamen las barandillas
los miedos se asoman al abismo
de los marineros perdidos
mientras el Cantábrico azota
con su lengua blanquecina
las ocres arenas perdidas.
La colonia de hormigas
diminutas y voraces
contemplan el trabajo
de millones de años
de amores desbocados
entre la tierra y el mar.
La marea alta oculta
la mansión hermosa
que transitan los sueños
de individuos marinos
paridos en cuevas
de abismos insondables.
El hombre olvida su historia
la Atlántida se desvanece
en los bamboleos de ondas
que vienen y se disuelven
en la memoria de un azul
que se escapa al horizonte.
Multitud de gente en la bahía
y la soledad hurgando el alma
cual espectro empalagoso
que quiere llevarte al fondo
en un azul mar indómito
del que no hay escapatoria.
Muere la poesía en las olas
y renace en el salitre
que te abofetea la cara
cuando el aire te acaricia
en la disputa de mar y viento
en el disturbio de sol y agua.
En la noche la negra luz
parece que apaciguara
el tiempo de desencanto
entre la luna y su calma
pues desaparecen sus sueños
cuando llega la alborada.
La Playa de las Catedrales te ha inspirado un poema intensamente marino en tu alma de poeta, donde no es difícil imaginarte envuelto en ese aire yodado que sabe a verso:
... el aire te acaricia
en la disputa de mar y viento
en el disturbio de sol y agua.
Esto es genial!
Un abrazo y un beso, poeta del mar.