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No Murió la Calavera

Va la calavera en su atuendo de hacer ejercicio por el departamento, con espasmos de visceral congoja y dolor en las piernas. Le puede la vieja, el jale, la cabeza, que sin permiso le sacaran del vientre de su madre y le cosieran el cuerpo a una silla revestida en cuero y le dijeran: haz dinero, culero. A la derecha hay un espejo y aguanta la gana de mirarse mal hecho, se muerde del pulgar la yema, que quiere tirarse y deshacerse y morirse y acabarse. Mira la calle abajo y le dedica una lista de baratos artilugios poéticos, ciudad de tus espectrales sonrisas, raya y raya que los moribundos pintan para no chocar y terminar muriendo, las canas de Dios son muchas pero su cabeza es infinita. Repentinamente y sin aviso ve de pronto un vagabundo alado, empujando un vehículo, alado, no al lado, es decir, con alas negras, de pájaro, colgándole a rastrarlas. Por un momento, gana el susto a la tristeza y es como si el viejo tuviera conciencia de lo que ocurre en el universo entero, que voltea a con la calavera y pone un gesto, alza el dorso de la mano y enojado le pinta un dedo. No quiere ya después terminar de matarse la calavera, por la razón que sea. Renuncia, deja la vieja, roba un banco y escapa, según se miente, del planeta.
Abrahamsaucedocepeda08 de marzo de 2010

1 Comentarios

  • Gabrielfalconi

    es lo que tengo que hacer yo
    renunciar, dejar la vieja, robar un banco y escapar...genail!!!
    saludos

    23/03/10 04:03

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