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La Historia Sin Título (cap 7 y 8)

Bueno, hoy he decidido poner dos capítulos ya que he estado unos días sin poder subir nada ya que ni tan siquiera me dejaba iniciar sesión.

Cap. 7
Emily vio un mensaje en su móvil. Era mío, y en él le decía que me había ido a dar un paseo. Supongo, que no le extrañaría mucho, se lo tomaría como una despedida por mi parte a la ciudad que me había embrujado. Cogí el metro y me dirigí al centro. Estaba muy confuso, demasiado, y eso no me gustaba nada. Fui hacia los jardines de Luxemburgo y caminé por allí. Fue una de las zonas más maravillosas y perfectas que vi en mi vida. Me senté en las sillas metálicas que había por todos los caminos del jardín y me quedé mirando al frente, pensando qué debía hacer. Emily era una chica perfecta, de esas que se ven una vez en la vida y jamás vuelven a aparecer. Teóricamente, no debería de pensármelo dos veces pero como siempre, mi cabeza planificadora empezó a sacar todo tipo de conclusiones sobre cada opción que tenía. Yo, veía que lo de Emily conmigo iba a más, me había dicho que me quería ya en cuanto pudo y eso no era moco de pavo. Y no quería hacerle daño y no estaba seguro de lo que quería hacer. No quería fallarme a mí mismo, no quería que me volvieran a romper el alma, quería volar, sin ataduras en las alas. Así que, decidí dejar a un lado lo que teníamos, e ignorar a Emily respecto al tema. Hacer como si jamás hubiese pasado nada. Sí, eso era lo mejor. Me levanté de la silla ya que pronto tendría que irme y me dirigí a una fuente gigante que estaba en el jardín. Vi que mucha gente tiraba monedas y me supuse que estarían pidiendo un “deseo”. Así que, como despedida al mejor lugar del mundo, en el que se quedaría uno de los mejores momentos de mi vida, tiré una moneda y pedí un deseo. Lo que yo no sabía es que, la fuente del jardín de Luxemburgo, es la fuente de los enamorados.
Llegué al hotel y cogí las maletas y todos salimos hacia el aeropuerto. Se podía ver claramente en la cara de todos nosotros que nadie se quería ir. Emily, trató de acercarse a mí pero la evité en todo momento. Me resultaba tremendamente difícil, pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Cogimos el avión y regresamos y no volví a verla hasta el día siguiente en el bar. Me dejó diecisiete llamadas perdidas y tres mensajes preguntando dónde estaba y si había pasado algo. No contesté a nada aunque me costó bastante. En el bar, se acercó para servirme el vodka, y ya lo tenía preparado y por primera vez dije dirigiéndome en alto a Juan para que ella me oyese y tuviera que dar la vuelta:
-Me he cansado ya de esa bebida… ponme otra cosa.
La vi girarse y beberse ella el vodka. Pasó varias veces delante de mí y me soltaba algún que otro comentario risueño de los suyos. No levanté la vista hacia ella en ningún momento a pesar de que lo estaba deseando, pero sabía, que si veía esa cara tan perfecta y esas facciones, sería incapaz de negarle nada. Me iba a costar mucho ignorarla, demasiado, y por eso decidí dejar de ir al bar.
Cap. 8
No sabría decir con certeza cuanto tiempo pasó, pero se me hizo eterno. Mi barba había crecido muchísimo más que la otra vez. Sólo salía de casa para ir a trabajar. Cuando volvía, lo único que hacía era encender la tele y verla hasta altas horas de la madrugada y en fin… ni tan siquiera observaba. Simplemente me quedaba mirando un punto fijo de la pantalla y no me movía en horas. Sólo pensaba en Emily. Sí… Emily, la única que fue capaz de volver a hacerme creer en la estupidez de juego al que todos llaman amor; la única, que me trató como yo quería que me tratasen. Y yo no había sido capaz de mantenerla a mi lado por culpa de las dudas y ahora, estaba solo. No tenía su sonrisa en todo momento, no tenía sus manos acariciándome, ni sus labios besándome. No me quedaba nada más su recuerdo y los recuerdos, son lo peor que podemos conservar de alguien a quien hemos querido. Todo te viene a la mente y lo que haces es arrepentirte de no haber aprovechado ese momento al máximo y echas de menos todas las sensaciones. Si hubiese sabido que extrañaría tantísimo a Emily, la hubiera abrazado hasta hacerla parte de mi piel y la hubiese besado, como si fuera la primera vez y bueno, está claro que no tendría dudas y no hubiese renunciado a la persona que le daba sentido a mi vida. Pero ahora, era tarde. Los primeros días que vio que yo no estaba en el bar, me mando mensajes preocupados preguntando qué me pasaba. A la siguiente semana, recibí las más increíbles y perfectas declaraciones de amor, y los recordatorios de todo lo ocurrido. Noté su desesperación y su dolor en cada letra. Leer esos mensajes fue de los peores momentos de mi vida. Después, vino su resignación que duró un único día diciendo, que ya le había quedado todo claro. Se me rompió el alma en mil pedazos y caí de rodillas en el suelo sollozando con el móvil entre mis manos. Sabía que era lo mejor, así nadie sufriría después aunque que al principio costaría. Pero no fue así. Seguía extrañándola todos los días, me asomaba a la ventana y la ciudad se distorsionaba para reflejar París, y en el reflejo de la ventana, aparecía ella abrazándome por detrás. Lo único que yo podía hacer cuando mi mente me jugaba esas malas pasadas era sonreír mientras me caía una lágrima por la mejilla. Un día, recibí una llamada inesperada de Juan diciendo que se pasaría por mi casa. Ni tan siquiera me dio tiempo a negárselo (que era lo que hacía últimamente). Colgó antes de que pudiera coger aire y en menos de un cuarto de hora, ya estaba en mi casa.
-Hola.
-Hola.
Hubo un silencio de lo más incómodo y como siempre, para evitar los silencios, se suele hablar. El problema es que siempre se dicen tonterías.
-¿Por qué no estás en el bar?
-Derek, en el bar no trabajo yo solo y tal…
-Ah, es cierto.
-Mira tío, voy a ir al grano. Esto no puede seguir así. Estoy al corriente de todo lo que pasó en París. Sé lo que le has dicho a Emily y no puedo seguir viéndola así. ¿Sabes el daño que le has hecho?
-Pero, ella me mando un SMS diciendo que le había quedado todo claro. Ya lo ha entendido.
-¡Derek, por favor! ¡Parece que has nacido ayer! Eso es lo típico que se suele decir cuando entiendes la situación sí, pero no la asumes. Entender y asumir, son palabras muy distintas. Y mira, seré breve. Me pareces un completo imbécil renunciando a lo que se supone que quieres, y que tú mismo admites, sólo por el miedo a que te vuelvan a joder. Las personas, Derek, son muy distintas unas de otras. Que te hayan fallado no quiere decir que siempre sea así. Emily, es incapaz de hacerte nada que te perjudique. Si tú sonríes, ella sonríe; si lloras, llora. Y tú, en vez de ver las cosas como son y aprovechar, y coger la oportunidad que se te presenta, te comportas como un cobarde y renuncias a algo que te estaba haciendo sentir bien tan sólo porque te recuerda a tus otros errores. Derek no sé donde pretendes ir así, pero te irá fatal. Te quedarás solo, de por vida y eso, es lo peor que te puede pasar.
Me quedé serio mirándole, paralizado por lo que me había dicho y, en el momento en el que reaccioné, opté por salir corriendo.
Aeram12 de julio de 2011

1 Comentarios

  • Asun

    Ay, espero que mañana pongas el 9 y el 10 o por lo menos antes del sábdo porque luego estaré desconectada...
    Y por cierto los jardines de Luxemburgo también me encantaron, bueno todo París, lo siento pero es mi punto débil.
    Asun.

    12/07/11 06:07

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