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La Coraza

Si, me gustaría quitarme esta incómoda coraza que me he puesto hace ya tantos años, y que me oprime, me da calor, no deja que el aire me de plenamente en la cara. Pero me da miedo; a veces lo intento y me la saco unos minutos, para saber como se ve la vida desde la primera fila y sin coraza. Pero la mayoría de las veces, bastan esos pocos minutos sin ella para que de nuevo la pedrada me dé de lleno en el rostro, y me la vuelvo a poner. Y hay momentos en que me encuentro con gente que me demuestra que la coraza no es imprescindible. Esa señora que me ayuda en el supermercado a llenar la bolsa, porque sí, porque le apetece hacerlo; el niño que me sonríe por la calle; el desconocido que me saluda en la acera y me cede el paso. La joven que me habla en la cola del banco, que me cuenta que está pagando la matrícula de un curso especial que la llevará a conseguir el trabajo que quiere. En ocasiones me paro a pensar y me doy cuenta de que no soy la única que lleva puesta la coraza, aunque solo puedo ver la mía, las de los demás son invisibles, pero están ahí. A todos nos da miedo relacionarnos y nos rodeamos de cosas en lugar de hacerlo de personas. No lloramos en público porque no está bien, porque mostrar debilidad, empatía con los demás, es pecado de lesa majestad. Tampoco es decente empezar a pegar la hebra con gente a la que no te han presentado, aunque se vea a las leguas que esa persona necesita urgentemente hablar con alguien que no sea el señor del butano, el panadero o el frutero. Echo de menos a los vecinos de mi infancia, aquellos que era más que vecinos, familia; a los que se les llevaba un trozo del pastel que se hacía para una fiesta; el pedazo de carne de matanza, aunque se sabía que a los tres días ellos matarían también a su cerdo, y vuelta con la carne, esta vez en sentido contrario: desde la casa de los vecinos a la nuestra. Pero eso era solidaridad, heredada de los tiempos de hambre, cuando se compartía todo. Hacer esas cosas con la coraza puesta es complicado. Por eso en ocasiones me apetece quitármela, aunque me sigue dando miedo...
Beth11 de marzo de 2010

6 Comentarios

  • Degraaff

    Interesante texto, habla mucho de vos... mira, la coraza es inevitable muchas veces, pero abrirse es correr el riesgo, si el miedo te detiene debes trascenderlo... despues de todo, podría pasar el tiempo y cuando desees quitártela allí no habrá nadie que lo vea... yo tengo el corazón roto, y sabes que, es prefiero tenerlo así un tiempo a cerrarlo con llave... es mi opinión, por lo demás es muy valioso que te abras con un texto así, al menos aquí ya te la has quitado... un gran abrazo.

    12/03/10 01:03

  • Beth

    Si, tienes razón, me he atrevido a quítarmela un ratico ante vosotros. Por algo se empieza. Gracias por tus palabras

    12/03/10 09:03

  • Danae

    Beth, entiendo perfectamente que te dé miedo quitarte la coraza. Todos a veces la llevamos puesta. Pero infiero por tu texto que te preocupa llevarla, que desearías poder desprenderte de ella más a menudo. Y lo malo es que nadie nos puede ayudar en eso, porque con la coraza puesta, no se ve quién está al otro lado. Así que ánimo, a enfrentarse con los propios miedos ... y llegará un momento en que no lo echarás en falta, salvo lo normal, en determinados momentos.
    Y te lo dice alguien que ha sufrido por eso, y a veces, sigue sufriendo ...
    Un beso, corazón.

    12/03/10 04:03

  • Beth

    Espero conseguirlo, Danae. Con el tiempo. Otro beso para ti

    12/03/10 05:03

  • Pe

    Como dices solo es cuestión de tiempo.
    Quitaté poco a poco la coraza, ya verás como se te quita un gran peso de encima aunque duela.
    Luego te sentirás más libre que nunca, aunque cueste quitarse esa coraza.
    Un beso, saludos

    06/04/10 11:04

  • Beth

    Gracias, Pe, por haberlo leído. Supongo que se estará bien sin coraza; de momento, pruebo "a poquitos"

    11/04/10 02:04

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