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Nostalgia de Nuevo

Hace un rato he hablado con alguien de niños pequeños y cómo yo extraño tener uno en mi vida. Mis hijos ya son mayores y no tengo sobrinos ni, de momento, nietos. Añoro unos bracitos que se entreguen confiados, una voz preguntando a todas horas, el olor a niño pequeño recién salido del baño.
Creo que una de mis épocas más felices fue cuando crie a mis hijos. Cierto es que tenía tanto trabajo con ellos, la casa, los estudios y el trabajo que a veces me pregunto cómo fui capaz. Pero lo echo de menos.
El domingo pasado mi hijo me llevó a ver la última película de dinosaurios. Él de pequeño era un fanático y ahora, con treinta y dos años, todavía le gustan. En un momento acercó su cabeza a la mía y me dijo, bajito: “Mamá, ¿te acuerdas de aquel libro de dinosaurios que me regalaste? Todavía lo tengo; el otro día lo estuve mirando y está lleno de manchas de nocilla y de chorizo, porque merendaba mirándolo”. Me moriría antes de decírselo, pero se me saltaron las lágrimas. Por suerte, en los cines se ve poco.
Ayer estuvo aquí mi hija y desayunamos juntas. Al marcharse, aunque vive muy cerca y nos vemos con frecuencia, la abracé con fuerza. Lo necesitaba. Y ella me riñó, diciendo que a ver si yo, que soy tan bruja, me iba a poner ñoña. Pero de repente no la vi como la mujer de veintisiete años que es, sino como la pequeña rubia y de ojos azules que iba siempre de mi mano a todos los sitios. Hubo una época en que mis amigas me hacían bromas diciendo que mis hijos y yo parecíamos la Santísima Trinidad, siempre los tres. Yo estaba muy lejos de mi madre en aquel momento y me los llevaba a todos los sitios. Incluso algunas veces a las clases nocturnas de Derecho. Se sentaban al fondo, con lápices para pintar y al acabar mis profesores les felicitaban por ser tan buenos.
Allí se portaban bien. En casa…también, pero más de una vez llamé a Herodes. Tuvo el buen sentido de no venir.
Debo de estar haciéndome vieja, porque aparte de añorar a mis hijos añoro a una niña que me adoraba, me llamaba Amabel y se me acurrucaba en el regazo para que le contase cuentos y la durmiese. Hoy esa niña está a cuatro mil kilómetros y ya tiene diez años. Pero la sigo extrañando.
Beth21 de junio de 2015

2 Recomendaciones

6 Comentarios

  • Norma

    que maravillosa persona eres, beth.
    yo, no puedo añorar a los chiquitos, ya que tengo 13 nietos, el mayor 18 años y el menor 10 meses. y siempre andan cerca. algunos días cuido a los más chiquitos, ellos son los que me oxigenan la vida. son personitas maravillosas.
    un abrazo

    21/06/15 11:06

  • Beth

    A mi siempre me han gustado los niños Norma, quizá porque no he tenido hermanos. Y yo les gusto a ellos, con lo cual no es difícil que trabe amistad con los que se tropiezan en mi camino. Un gran abrazo y felicidades por ser "tan" abuela

    22/06/15 09:06

  • Polaris

    Tal vez no te sirva como consuelo, pero yo en el fondo soy un niño, no huelo como ellos, pero tienes la ventaja de yo te puedo coger en brazos, a mi siempre me tienes, como hombre, como niño, como amigo y como amor.

    Un beso Beth, te quiero mucho, pero eso ya lo sabes.


    Pol.

    22/06/15 11:06

  • Beth

    Hay algunos niños que no sé si pierden el olor de niños pero no su inocencia ni su candor. Y creo que tú eres uno de ellos. Si, lo sé. Yo también te quiero mucho y también lo sabes. Un beso

    22/06/15 01:06

  • Voltereta

    El tener espíritu maternal es también en mi opinióntener algo de niña en tu interior, para alcanzar la plenitud una mujer, debe sentirse mujer y niña, pues la una sin la otra en realidad no son nada.

    Hermoso texto.

    Un saludo, Beth.

    22/06/15 11:06

  • Beth

    Nunca he dejado de ser niña Voltereta. Y doy gracias por ello. Un abrazo

    23/06/15 09:06

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