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Seiko 3000 - Capitulo 47 - Los Relatos de Terceras Personas

Salvador parecía distanciado. Si bien no fuera porque las discusiones sobre el segundo libro, entre Roberto, Casandra y Fran, se recrudecieran en torno a lo más infantil y fueran insoportables, sino porque desde la primera noche no hablo con nadie. Ni siquiera con su propia hermana, que ya se alejaba del ajetreado dialogo de los demás. Habían pasado tres días desde su llegada a “Bastión de Montepez” (La guarida de Fran) y aunque el libro de Pandora de éste esclarecía muchas cosas, había otras por las que seguir buscando. Tras dormir el primer día, Fran les contó las anécdotas de cómo obtuvo el libro.
Fue teniendo éste 14 años y tras 3 años de exilio en las montañas tras evadirse del avión en el que se evacuó a la familia Montepez y que nunca aterrizó en su destino. Unos refugiados de Agreste huían de unos guardias que Fran reconoció como miembros de La Fuerza. Gracias a un entrenamiento previo en las montañas y de su niñez, salvo a los refugiados y le obsequiaron con un detalle: dejarle con uno de los dos libros de Pandora que escondían. Pasando la noche allí y diciéndole que abandonarían el país, le clamaron que huyeran con ellos pero insistió en la idea “Mi tierra es ésta”
Saliendo al alba, Fran nunca volvió a conocer nada de ellos, ni de la pequeña que llevaban consigo que no hacía más que mirarle a los ojos...
- Quizás pudiera haber sido mejor esconderlo en unas rocas y olvidarme de él, pero a los pocos días, unos agentes de incógnito me apresaron no muy lejos de aquí y me llevaron ante Doxyo – recordó Fran cuando Salvador se unió al grupo – Dijo que no encontraban lo que habían venido a buscar y que les dijera donde estaba. Temiendo que fueran de La Fuerza, me negué y tras pisotearme durante una media hora, Doxyo se dio cuenta que llevaba el libro conmigo...
“Un tipo majo...” pensó Alcoida.
- Le detallé lo mismo que os comente y se mantuvo un buen rato dilucidando. Al final me dejo marchar con los libros y advirtiéndome que estuviera lo más escondido posible con esa valiosa carga...
Salvador le hizo una pregunta evidente.
- ¿Te dijo algo acerca de los aimieranos que te donaron el segundo libro?
Fran estuvo pensando mucho. Parecía acordarse pero intentaba, con un poco más de esfuerzo, reunir cualquier detalle. Tal vez lo más pequeño podría compensar sus errores de su niñez. Y de su creciente tozudez...
- Lo recuerdo.
“Tras decirme que me marchara, para sorpresa de los agentes que me capturaron, dijo que no me preocupara por aquellos aimieranos. Era la familia Niala, conocidos por su fe en la familia Aimier y un buen enlace entre éstos y ODISEUM. A juzgar por lo que me contó, les buscarían y les pondrían a salvo, siempre que les encontrase. Acabe por decirles que hacía unos días habían abandonado el país, quizás a Halaria en Balcania. A decir verdad, parecía estar ante un desafío de gran envergadura...”
- ¿Qué quieres decir con eso? – pregunto Roberto. Su poblada barba le crecía con facilidad y parecía un oso corpulento.
- Es fácil. Los Aimier dividieron el libro y lo repartieron sucesivamente – explicó Alcoida – ODISEUM consiguió la primera parte y el resto se lo encargaron a otras 6 familias conocidas de los Aimier.
- ¿No confiaban de la propia ODISEUM que les tendió un “Puente de plata” a vías de su extinción?- inquirió Fran, desesperanzado.
- Durante aquella crisis – dijo Salvador, tomando conciencia de lo que su pasado implicaba – Nadie se podía fiar de nadie.
Aquella revelación acababa de dar con uno de los pilares básicos de los ustules.
Desde aquello, nadie volvió a hablar más de los libros de Pandora. Durante la semana siguiente, solo ayudaron a Fran a mantener su cueva y su manutención (la de cada uno). Tras varias semanas de búsqueda, la policía había desistido en sus labores e incluso, desde el incidente del ARCA, no volvieron a ver a ningún miembro de la Fuerza. Salvador les convino a que no se fiaran demasiado. La idea de permanecer 3 semanas en la sede de ODISEUM había sido favorable en cuanta presión de búsqueda. Pero sus perseguidores habrían tenido un tiempo para reorganizarse y hacer una búsqueda menos aparatosa. Alcoida, subrayando lo que decía su hermano, comento que la COGESEK era capaz de dirigir a asesinos a sueldo y eficaces, más serviciales que el propio Víctor Vacío. A Alcoida se le vino a la memoria el desagradable incidente en Yastrai. Fran se quedo extrañado.
- ¿Has dicho, Víctor Vacío? – Fran tenía un cuerpo estirado y atlético. Lo que destacaba sobre todo era su pelo gris y su piel algo pálida. Aún así les dijo que no era albino. Alcoida fue quien le pregunto por esa reacción.
- ¿Le conoces?
- Me parece, aunque no se por que lo dudo... Veréis. Os comente que acabe por quedarme aquí. Mi hermano, opto por quedarse también aquí pero... Para alistarse en la Fuerza.
Las bocas abiertas de asombro inundaron la pequeña cueva
- ¿Co...Como sabes tu eso? – pregunto Roberto dejando caer una pila de troncos.
- Bueno, la verdad es que él fue mi maestro de las técnicas que uso y sabía que había algo extraño en la familia. Cuando lo investigo, despareció. Nadie, en toda la región le encontró. Mi padre se negaba a creer que su hijo, el futuro heredero de los Montepez, hubiera muerto. Incluso yo también confía en que vivía. Era más fuerte que yo...
“¿Era?” se pregunto Salvador
- Pero si se llama Víctor Vacío ¿No se apellaría realmente Montepez?
- Todo eso tuvo explicación a una semana de su desaparición. Apareció por la puerta principal por su propio pie y sin un rasguño. Al llegar junto a mis padres, dijo “Lo siento mucho” y se desplomo. El medico no supo que contestar puesto que tenia, además de fatiga, un cuadro de amnesia temporal. Aunque yo fui el único que no me trague esa historia.¡Si había saludado a mis padres al llegar. Además, aquel doctor era demasiado joven como para haber acabado la carrera... Dr. Menéndez creo que se llamaba...”
“Me suena ese nombre...¿pero de que?” Salvador seguía paralelamente la narración sumido en sus divagaciones
- Tras unos días de reposo, insto urgentemente a la familia a una reunión. De ahí salio la enmienda en contra de la COGESEK. Y de ahí vino la crisis de Montepez. Mi familia, acosada y con los Aimier muy debilitados, confiaron en las palabras de Víctor y subieron a un avión para abandonar el país. Yo no subí a éste y bueno.... el resto es historia. Una historia escabrosa
Todos, que habían pasado por crueldades similares en el pasado, le comprendieron.
- Luego me entere por rumores vecinales, que Víctor Montepez Deltario se había alistado en La Fuerza y que se había cambiado el nombre al que tu has dicho Alcoida. El hombre que estuvo a punto de mataros, dos veces, ya no es mi hermano. Es simple escoria, polvo ruin y traidor de Montepez...
La rabia, con la que había impreso las ultimas palabras, bien merecía una justa venganza. Aun los chicos estaban conmocionados cuando Salvador exclamó.
- ¡Ya me acuerdo! ¡Dr. Menéndez! ¡Doctor Silamon Menéndez! ¡Mi médico!
Alcoida, que mantuvo su cara de extrañeza, fue la que tuvo la modestia de hablar.
-¿A que te refieres?
- ¡Pues que mi medico era al que atendió a Víctor!
- ¿Y?
- Eh... ¿no era eso lo que discutíais?
Su aterrizaje fue en la copa de un pino, a la salida de la cueva. Alcoida (como siempre) le había arreado
- Pero ¿no tiene algo de razón, Alcoida? – dijo Cassandra. Alcoida echaba chispas.
Keitaro07 de agosto de 2009
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