“Me juzgarán por lo que no pude hacer, me purgarán por lo que no he hecho, me dejarán libre por parecer entre los malos el mejor de ellos.
Y volveré a empezar, en esta ciudad gris acero, y volveré a intentar escapar del agujero, enterrar el pasado, sepultar el pozo de Lázaro, y pasar la criba para que sea otro desgraciado quien lo escriba.”
Dije:
-Harás cábalas con la gasolina del vehículo de verborrea con el que osas desfilar por avenidas y odiseas.
Te jugarás la gallardía de tu claymore en el primus inter pares de la pedantería.
Te recibirán a puñaladas en las escaleras de la universidad de la vida, mientras doce apóstoles (se) masturbarán (en) tu herida.
Ahogará tu götterdammerung en remolinos imperfectos, ni siquiera al cerrar tu leyenda tendrás un respiro o una muestra de afecto.
¿Qué tienes que decir a todo esto?
-Nada-contestó.
-Nada, dice el infeliz.
-Quizá…
-¿Qué?
-Palabras al viento,
intenciones, juramentos,
cuentos de hipócrita valentía
que dicen lo que siento,
cuando siento que no digo
la mitad de lo que miento.
Cuando lloro, sin querer,
porque no quiero llorar
pero quiero,
una y otra vez…
llantos deudores de mi sed.
Y, en ocasiones, no quiero…
pero me río.
-Tu respuesta me deja frío.
-Qué contradicción.
-Caminará tu sombra por valles tenebrosos
de sobrecogedora descripción.
Tarde será para completar esbozos;
solo quedará una ilusión
tras el destrozo.
Tendrás que huir tras tierra quemada,
pidiendo cuentas al cielo.
Mellando tu frágil espada
en reyertas de anhelo
y emboscadas.
Pagarás deudas que nadie te reclama,
abrirás cajas de Pandora que ni Pandora quiso abrir.
Avivando las llamas,
adelantando la hora…
y quizá postergando sufrir.
-Y lo pondré por escrito,
y no me arrepentiré
de mis instintos.
Valdrá mi voluntad tanto como el mundo que me juzga,
valdrá más no tener nada que perder,
pues aquel que en asumir su destino duda,
asume en verdad que va a caer.
¿Qué tienes que decir a todo esto?
