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Todavía Duele

No soy un apasionado del fútbol, mucho menos hincha de algún club en particular. Debo admitir que la cercanía de amigos queridos me hacen sentir el fútbol, encontrar la pasión y vivirla con ellos. El último tiempo no me emocione, es verdad que encontré un deje de cariño por el pirata cordobés. Trate de encontrar los sentimientos. Yo sabía que estaban guardados en alguna caja de mi cabeza, que podía gritar los goles con pasión aún cuando no sienta los colores. Porque soy un amante de pasiones y el juego de 11 contra 11 las tiene todas.
Pero hoy sentado, sólo y con el tiempo para pensar en cosas importantes logre comprenderlo, no perdí la capacidad de la empatía con la pelota, lo que pasa es que todavía duele.
Nací bajo el signo de Ford. Tal como mi padre, más tarde mi hermano vio la luz bajo el signo de Boca jr. Igual que hermana. Mi madre al ser hija de inmigrantes que todavía no sabían interpretar bien la luna argentina salió de cáncer. El tiempo que vivi de soledad hermanil, mi padre hizo lo posible por transmitirme sus sentimientos por el automovilismo. Mi primer torta de cumpleaños fue un auto de fórmula 1 (nunca supe por que no fue de un auto de tc, calculo que fue más fácil de hacer o explicar), tengo fotos donde mi madre asegura que el bebe que está sentado en asiento del conductor en un coche turismo carretera soy yo. Tengo grabado en alguna parte de mi memoria de largo plazo recuerdos de paseos por talleres mecánicos saludando personas en mamelucos con muchas propagandas; juguetes y réplicas de autos de competición; el nombre marcado de Oscar Castellano, y su Falcon naranja, bajo la etiqueta de el corredor que le gustaba a papá. Como tambien el momento de la última carrera que corrió en Balcarce, porque fue esa la última vez que fui a un autódromo a ver una carrera. Una vez que él se retiró, creo que a Juan (mi padre), le paso lo mismo que a mí me pasa ahora, no sabía dónde poner esa emoción, esos sentimientos, esa pasión. Como yo, trató con el futbol, pero por un motivo u otro nunca supe que le gustara del todo. Excepto para los mundiales.
Los mundiales son cada 4 años, es un tiempo prudencial para acumular pasión y compartirla con amigos. Mis primeros mundiales lo que a mí me gustaba era poder juntar las figuritas y que podía correr y patear la pelota hasta tarde, mientras los grandes miraban futbol. Con el tiempo los mundiales se fueron transformando en buenos videojuegos de futbol (ame y amo el fifa 98). El mundial 2002 lo pase internado en el hospital, no había nada para hacer así que miraba dibujitos y partidos de futbol. En el cierre del grupo A jugaban a la misma hora Dinamarca-Francia y Uruguay-Senegal. A la producción de canal 7 se le ocurrió que era mejor pasar el partido de Uruguay que el de Francia. Decisión que cuestione los primeros 15 minutos de partido con El Turco por teléfono, porque creíamos que eso hacia la gente grande que miraba futbol (él todavía lo creé) después de pasado los 15 minutos entendí todo. Entendí la pasión, entendí lo que moviliza a la gente a mirar durante 45, respirar 15 y volver a contener la respiración 45 más. Y me enamoré, me enamoré del futbol, de la celeste, de 11 tipos que dejaron el alma en la cancha cuando ya no les quedaba nada. Entendí todo lo que otros me habían tratado de explicar y yo nunca había podido ver.
Terminado el mundial y yo ya de vuelta en casa trate de interesarme por los colores que se suponía que tenia mi casa (nunca entendí bien de donde llegaron, mi abuelo es de river) asi que intente ser de Boca pero descubri que llevaba mucho tiempo ser de un equipo especifico. Muchos nombres que recordar, fechas que saber, y ningún videojuego que tenga liga argentina como para ayudarme un poco. Dure poco, prefería preocuparme por mis partidos que por los de alguien más. Con los mundiales era más fácil, cuatro años es un buen año para acumular pasión.
Cuatro años no pasan tan rápido como me gustaría pero pasan, y el mundial 2006 me encontró en una época rara de mi vida, rodeado de amigxs muy futbolerxs con cábalas, lugares específicos para verlo, pintura en la cara, radio por un lado con relato de victor hugo y la tele sin volumen. Todo demasiado extraño para mí, que por sobre todas las cosas lamentaba no poder volver a ver la selección de uruguay que me había enamorado. Asi que los ojos de mis amigos me sentaba a disfrutar de partidos aburridos y cerrados donde argentina sufria y resaba por un pelotazo de fuera del área lo salvara del papelón.
2010 me encontró un poco mas optimista con el mundial por dos razones; jugaba la celeste y Maradona era dt de la selección (no seré admirador de los 90 de partido, pero soy gran admirador del arte en todas sus formas, y eso me deja sin ningún tipo de duda del lado de los maradonianos). Cosas que recuerdo de sudafrica: vuvuzelas (en argentina siempre existieron solo que con un nombre menos comercial, tan poco comercial que no lo recuerdo), un taco de Maradona en traje, un gol de Palermo (nadie va a poder explicarle a sus hijos porque tanta gente admira al oportunista del gol), a Jorge Drexler sufriendo sobre un escenario, el tiro libre de Forlan en el travesaño, y GARCE TRAE ALFAJORES!
Desde chico prefiero ser yo él que corre tras la pelota que ver el juego desde lejos. No recuerdo decir, sin ningún motivo de suma importancia, que no a un partido de cualquier deporte que tenga una pelota de por medio (he ido a jugar al paddle, por lo menos una vez en mi vida, solo porque le podía pegar a una pelota).
En 2013 me mude a Buenos Aires, lo que entre muchas cosas, me llevo a tener que interactuar con nuevas personas. Un día, un amigo me llamo porque les faltaba uno para el futbol. A los 10 ya estaba cambiado en la cancha (quedaba a dos cuadras de mi casa). Me propusieron seguir yendo todos los sábados. Así que todos los sábados esperaba ansioso las 6 de la tarde para poder empezar a prepararme para ir a jugar a las 7. En el trabajo les pareció buena idea hacer un torneo los miércoles así que ahora podía repartir mi malo y poco vistoso juego, dos veces por semana. Y a medida que iban pasando los meses las radios no dejaban de hablar de lo bien que venía preparado el equipo para el mundial Brasil 2014.
Me llevo 8 años con mi hermano, tenemos un serio problema para comunicarnos y un mundo de diferencias en los gustos. Él ama el futbol, tanto que cuando empezó a jugarlo, se dio cuenta que no era tan bueno como él quería ser y prefirió resignarse, a que la pelota sufra en sus pies. Mira cualquier partido que se televise y cuando necesitaba algún dato de futbol para hacerme el interesante o el comprendido del tema, solo me bastaba con repetirlo frente a mis amigos para que creyeran que sabía de lo que hablaba. El mundial y la distancia me daba la excusa perfecta para poder llamarlo y preguntarle cualquier pelotudes sobre el torneo (que era mi manera de decirle te extraño) y charlar un rato con él, porque en ese momento nunca sabíamos de que, o porque hablar entre nosotros.
Empezó el mundial. Una inauguración que como siempre, fue peor que la del mundial anterior, una nueva canción de Shakira que por suerte ya olvide, y un partido inaugural que no recuerdo si vi. Comenzó como los mundiales anteriores, estaba más eufórico por compartir mi pasión con mis amigos que por el mundial en sí. Los medios me habían generado la suficiente expectativa y esperanza en la selección de Messi, como para que este ansioso de verla jugar. La posibilidad matemática de poder salir campeones en Brasil, ganándole al pentacampeon la final, creo que nos motivaba a todos los argentinos.
El primer partido de Argentina me tocaba verlo en mi trabajo, no me entusiasmaba la idea pero tampoco es que me molestaba mucho. Hasta el momento que por la radio, Sietecase puso el audio de la despedida de la selección en ezeiza, donde chicos de alguna escuela pública (después vi el video y los peques están de guardapolvo) tocan y cantan a coro rezo por vos. Fue inmediato, escuche el coro cantado por los nenes y me largue a llorar. Quería estar con mi papá y todos los grandes que juntaban en mi casa a ver el mundial de Italia 90. Quería volver a estar con mis amigos del barrio en el mundial 94. Quería volver al club donde jugaba rugby a ver Francia 98 y abrazarme con fuerza cuando Roa atajo el penal. Quería volver a estar internado para ver una y mil veces Uruguay 3 Ghana 3. Quería volver al bar donde vimos el del 2006 con los chicos y entender de que hablaban cuando decían que no jugábamos a nada. Quería volver al 2010 y abrazar a Gabi cuando lloró por el partido perdido con Alemania. Pero sobre todas las cosas quería haber pensado en llevar a Brasil a mi hermano.
Hoy, a casi dos años del subcampeonato argentino en Brasil, me encuentro viviendo en un país que no comprende del todo el futbol y yo no comprendo de todo el país y su idiosincrasia deportiva. Me desenamore del futbol por completo con una ruptura dolorosa; todavía me duele el mundial.
Natobassine09 de febrero de 2017

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