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El Fotógrafo (2° Parte)

De 2 a 6 de la tarde, eran las clases de:

Álgebra, historia, lengua, álgebra de nuevo, matemáticas, física, química y razonamiento abstracto.

Siempre eran las mismas materias, a la misma hora.

Yo, sólo respiraba porque era necesario.


De 7 a 9 de la noche, la misma rutina:

Iba al cine, veía porno, se masturbaba, acababa, leía los libros de la manera más estúpida posible (era un idiota que jugaba a ser inteligente), y llamaba a su insípida novia:

“ - ya llegué, todo el día te he extrañado.
- igual yo Pedro, he estado pensando todo el día en ti.
- En serio?
- Si, en serio. Te extraño mucho…”

Siempre eran las mismas frases, yo me desesperaba porque encontraba las estupidas frases en retazos incoherentes de una realidad manchada de fastidio.


Fumé un cigarrillo, y me mantuve en vela toda la noche.

Había tomado muchas fotos, las ordenaba en orden cronológico, fumaba mientras pasaba cada una, veía lentamente cada una de las acciones de él. Me convertía en un gato sigiloso que esperaba en las sombras al día siguiente. Me emocionaba ser el controlador de la vida de alguien. Por lo menos en varios días.


Dos semanas habían pasado y la rutina era cada vez más desesperante, nunca había nada nuevo, sólo era siempre los mismos actos.

Ya me había cansado de espiar los minutos de este hombre. Así que decidí ser parte de el.

Ese día 1 de abril de 1984, decidí ir a la tienda.

- buenos días, necesito que me dé una peluca
- cual quiere específicamente.


Quedé en silencio observando mí alrededor.

- esa (dije, mientras apuntaba a una de cabello liso castaño claro).


La tarde con el incesante sol anaranjado, dibujaba de amarillo las calles de la ciudad.

Había seguido a Pedro, hasta aquella pequeña cafetería.

Entró como si nada, se acercó hasta una mesa que había al fondo y empezó a hablar muy de cerca con una mujer de baja estatura y con cabello negro. Su nombre era Elizabeth, iba conmigo a clase de Literatura, era una mujer más androide que humana, sus movimientos eran tan premeditados que podía durar horas pensando en como mover una taza de café.

Y esa tarde no era la excepción. Se dieron cinco besos:

Uno en la mejilla
Uno en la boca
Dos en el oído
Uno en la boca de nuevo

Era sofocante, ver el pegostoso aroma a insipidez que había en el ambiente.


- y me da uno lentes de contacto color verde botella (dije en una óptica a las 5 de la tarde).

El día siguiente, fue el mas desesperante que tuve durante toda mi vida. No aguantaba el frío que comenzaba a surgir entre las calles, había amanecido nevando y ahora la televisión hablaba de ello.

- se nos ha informado, que la fuerte tormenta que ha azotado al noroeste de México en los últimos días, ahora se aproxima a los estados del país más cercanos a la frontera. Las organizaciones encargadas del pronóstico atmosférico, nos ha informado que seguirá nevando por los menos una semana más, por lo tanto se recomienda a la comunidad que tomen medidas necesarias y eviten salir de casa. Ahora volvemos a los estudios…

Apagué el televisor. No quería seguir escuchando las estupideces de una asiática que hablaba en un tono de voz arrastrado y sumiso. No estaba para seguir consejos de alguien que no sabía el inmenso trabajo que tenía entre las manos y mi cámara fotográfica.

Salí a la calle, con un sobretodo que cubría todo mi cuerpo, guantes de color marrón cubrían mis manos, tapé mis ojos con unos lentes oscuros, arropé mi cuello con una bufanda y fui a su casa antes de las 6 de la mañana.

La fuerte nevada, me sacudía el cabello mientras caminaba por la acera, mis pisadas se dibujaban en la nieve, como firmas autentificadas de que yo estuve allí. Caminaba maldiciendo en voz baja por el inclemente tiempo.

Llegué por fin a su casa y miré su cuarto, escudriñando cada rincón con la mirada, anotando cada milímetro que se movía. 1 cm, 2, 3, 4.

Había notado que había 27 pasos de su cuarto a la cocina; y 1 metro y medio de distancia.
Que se tardaba 15 minutos en la ducha, sin contar cuando se afeita (porque dura 25).

Que duraba en masturbarse exactamente 10 minutos. Y 5 minutos más mientras coloca la porno en su DVD.

Me sabía toda su vida, lo conocía más que a mí mismo. Todo, absolutamente todo.

- quiero dos sweater color azul, con dos pantalones de vaqueros medios rasgados, por favor.

Dije ese mismo día en la tarde, en una tienda de ropa.


El día había transcurrido perfectamente normal: algebra, besos, habladurías falsas, logros ficticios…en fin…lo mismo de siempre.

Maldito Pedro, cada vez me repugnaba más.

Las visiones diarias y mis observaciones científicas sobre este personaje, se habían convertido cada vez más impulsivas…hasta trataba de imitar (en voz baja) sus conversaciones y frases; debo admitirlo que constantemente frente al espejo trataba de dominar y poner la misma cara que él frente a cada situación.

Llegué a tomar el hábito de masturbarme con la mano izquierda…igual que él lo hacía.

No era amor...no era pasión, deseo…nada de eso, sólo era…un sentimiento inhóspito de envidia. Que se carcomía lentamente con el deseo de tener vida propia…igual que él.

Nigth1407 de abril de 2009

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