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Ann y Esteban: Reflexión

Nunca se lo dijo, no se atrevió en ningún momento a ser rechazado, o lo que es aún peor, a ser feliz. Me refiero a Esteban, que no pudo decirle a Ann lo que sentía.
Y yo, acá sentado pienso, ¿por qué no lo hizo? No puedo entender ni aceptar su miedo. Me resisto. Aunque en el intento de ser más comprensivo me viene una pregunta –si, otra más- ¿Le costará hacerse cargo de su felicidad? ¿Es por eso que no se atreve? ¿Es difícil?
Ante la primera pregunta lo primero que se me ocurre es que no, creo casi imposible que una persona no pueda hacerse cargo de su felicidad, si debe ser difícil sostenerla, de hecho tengo muy claro que la “felicidad” de la que habla casi todo el mundo, la que vemos en las películas o leemos en las novelas de amor, no existe. Solo encontramos felicidad por momentos y en ocasiones puntuales, creo que no puede existir la felicidad como estado permanente –salvo que un día nuestro amigo Gates nos sorprenda con un “Microsoft Happyness Gold Edition” pero es poco probable-, aunque seguramente nos podamos encontrar bastante cerca, pero repito, por momentos. Seguramente los que más se acercan a ese estado de felicidad son personas que entienden muy bien la vida, que logran desentrañar cada episodio que no sea favorable para sí mismos, esas situaciones en las que uno se encuentra entre la famosa “espada y la pared”.
Y retomando a la decisión -¿o será no decisión?- de Esteban de ocultar su amor por Ann, creo que tuvo miedo de recibir una respuesta positiva, tembló ante la posibilidad de que ella lo ame, temió como nunca ser-estar feliz, y creo saber por qué. Como todos sabemos, los antónimos no existirían si no existiesen sus opuestos, por tal motivo, el creyó que si Ann era capaz de entregarle momentos de felicidad, también era capaz de entregarle momentos de tristeza extrema. Todos conocemos la historia, ella algún día volvería a Holanda. Y aquí viene lo difícil, desearía estar sentado junto a otras cinco personas debatiendo sobre que harían ante una situación de este tipo –que lindo tener la posibilidad de armar un grupo de debate al mejor estilo “La República” o “El banquete” de Platón; amigos, copas y debate-, no logro poder meterme en la mente de nadie, ni siquiera ficticio, para poder imaginar que harían, aparentemente soy un débil, muchas personas serian capaces de crear miles de personajes con pensamientos y sensaciones diferentes. Yo no, la situación le ganó al “relator”.
La verdad es que he pensado demasiado en Esteban y no me queda del todo claro que haría yo en esa situación, es más, me genera demasiada desilusión y tristeza el solo hecho de pensar en lo que les ocurrió a ambos, en especial a él –en este caso, por mi forma de ver, la posición de Ann es menos desafortunada-. No sé por qué siento tanto en la piel lo que le pasa a este personaje, pero me asfixia el solo pensar en esa despedida que tuvieron; él simulando lo que le pasaba por dentro, y ella –pobre- desconociendo que horas más tarde se daría cuenta de que lo amaría por siempre.
No sé si hubiese sido mejor que Esteban le dijera a Ann lo que sentía, y después resolver que hacer, o tal vez, quizás fue mejor que se lo guarde en él y poco a poco intentar acercarse a la felicidad de otro modo. Lo único que sé, es que no me gustaría ser Esteban dentro de seis meses, deberé pelear por eso.
Pabloberru12 de noviembre de 2010

5 Comentarios

  • Orion

    "Solo encontramos felicidad por momentos y en ocasiones puntuales, creo que no puede existir la felicidad como estado permanente", es cierto, encontramos felicidad por momentos puntuales, y somos felices si damos mas peso a esos momentos puntuales que a la globalidad, ya se sabe, ante una experiencia buena y una mala, marca más el recuerdo de la mala, ¿para qué? ¿para no repetir? ¿para que no vuelva a suceder?, es como tú dices, va en la mente de cada uno, tanto una actitud positiva o negativa, conformista o inconformista.
    Respecto a Esteban, quizá el miedo, al no, o quizá al sí, miedo al futuro, a la distancia, o quizá un amor idealizado planteado como inalcanzable. De todas formas a lo mejor prefirió no ser feliz o no tener esos momentos de felicidad. Creo que aunque solo fuera por un pequeño momento de felicidad, merecería la pena luchar, provocaría que quisiera buscar más momentos.

    Saludos.

    12/11/10 08:11

  • Lau928

    ..y es la mejor opción que podrías tomar, no ser Esteban dentro de seis meses.
    Suerte Pablo. :-)
    lau

    12/11/10 08:11

  • Beth

    La felicidad está hecha de pequeños momentos, esa es la idea que tengo de ella. Y estar enamorado, darse a alguien hasta las últimas consecuencias no es la mejor manera de conseguir la felicidad, porque el amor, siempre, siempre, conlleva sufrimiento. Siempre he pensado que la felicidad en su grado máximo solo puede conseguirse mediante la ausencia total de deseo, de ansias, de todo en absoluto. Cuando no se espera nada, cualquier pequeñez nos puede traer la felicidad.

    12/11/10 08:11

  • Danae

    Definitivamente no, Pabloberru, nada de convertirse en un Esteban ... Hasta la felicidad debe arriesgarse para alguna vez llegar a tocarla, en esos breves momentos en que se nos pone al alcance...
    Muy buen texto, reflexivo, con un toque de humor (¿amargo, tal vez? ¿burlesco?). Se lee con fluidez.
    Un abrazo, volveré ..

    13/11/10 06:11

  • Norah

    Yo no, la situación le ganó al “relator”.excelenterelato de las perpetuas dudas que acosan, y que para mí, se reducen a cobardiá, beso.

    14/11/10 07:11

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