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Viejos Amigos

El garito estaba abarrotado. Sábado por la noche, ya te puedes imaginar. Avancé detrás de mi colega, esquivando a toda esa gente que se había detenido allí en mitad, como para estorbar el paso. Más al fondo, junto a la barra, estaban los demás. Los saludé uno por uno. Picoletos, Nacionales, Locales... mis amigos, al fin y al cabo. Hablaban cosas de polis, como todas las multas que habían puesto y la que se había liado por la mañana en la rotonda de la Voz, así que me sentí un poco excluido. Era como estar tomándose una copa con Colombo, a la salida del trabajo.  
  Resignado, me acerqué a la barra a pedir una Heineken. La camarera, una rubia que sí que estaba como para parar el tráfico, dejando la botella delante de mí, dijo:
  No me digas que eres amigo de éstos.
  De toda la vida,le comenté.
  Sonrió.
  ¿Y también eres policía?
  Lo pensé un poco, antes de responder.
  Bueno... más bien, digamos, que soy un sospechoso habitual.
  Ya decía yo.
  ¿Por qué?, le pregunté.
  Porque no tienes pinta,me dijo.
  ¿Y qué pinta se supone que debe tener un policía?,quise saber.
  La chica únicamente señaló a mis amigos, y luego comentó acercándose hasta mi oreja:
  Tú sólo míralos a ellos.
  Y, bueno, yo sabía exactamente a qué se estaba refiriendo.Y me sentí muy triste. Canción triste de Hill Street, pero aquí en Cádiz.
  Bueno,comenté, supongo que si no me quedase más remedio que ser Madero, me haría Madero corrupto, no como éstos. Y vestiría como Al Pacino, ¿que no?
  La camarera sonrió de nuevo, y se encogió de hombros.
  ¿Qué te debo por la cerveza?,dije.
  A ésta, invita la casa.
  Y se marchó para atender a otro cliente, mientras yo me deleitaba viendo como se iba alejando. Aquel culo era como para escribirle un poema, pensé. Me quedé allí en la barra, bebiéndome la Heineken, y, mientras lo hacía, no dejaba de repetirme que me hubiese gustado estar en un parque, con una litrona de Cruzcampo en la mano y fumando canutos, en lugar de en aquel bar. En la calle siempre se estuvo mucho mejor, aguantando el relente. Pero aquellos días ya eran historia.
  Una historia muy triste, como todas las historias de juventud que ya acabaron. Porque, a veces, me digo que el mundo se va por el desagüe, y que Dios se ha cagado en nosotros y ha tirado de la cadena.
  Pero, claro, la mierda flota.
  Yo floto, tú flotas, él flota.


FIN.


Primopep06 de marzo de 2018

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