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Eiengemu - T.m. (capítulo 3)

Cuando Satsu abrió los ojos de nuevo, tras la pequeña batalla con su hermano menor, pudo ver a Shinjin concentrado en un tazón plateado con cereales poniendo cara de enfado.

- No te preocupes, pequeño, estoy convencido de que algún día serás tu quien me gane.
- ¡Eres un abusón! - Le contestó el chico dejando el tazón con un golpe
- ¡Venga ya! ¡Si has sido tú el que me ha desafiado!
- Vale ya chicos. Id terminando el desayuno que tenemos que irnos.- Finalizó Akari

Satsu se levantó de la mesa junto a su hermano y ambos fueron a dejar la vajilla sucia a la cocina, se pusieron los abrigos mientras Akari apagaba el televisor y salieron a la calle. Hacia una mañana clara y fría, el aliento salía en forma de humo y la gente iba abrigada con guantes y gorros.

- ¡Akari! ¡Me he olvidado el gorro y se me están congelando las orejas! - Se quejó Shinjin
- ¡Pero serás...!
- Tranquila hermana, ya le dejo yo el mío.- Dijo Satsu, sacando el gorro guardado en el bolsillo de su chaqueta negra y dándoselo a su hermano. - Y ahora no te olvides también la cabeza, eh.
- ¿Tu no tendrás frío, Satsu?- Le preguntó Shinjin algo preocupado
- No, no, tranquilo. Bueno, yo marcho por este camino ya, id con cuidado, ¿Entendido Akari? - Se despidió mientras se hacía bien la coleta con la larga melena.
- Si, hasta luego.

Satsu metió las manos en los bolsillos de camino a la universidad, mientras pensaba en su padre y como se había ido de rápido, era normal verle preocupado o estresado, desde que su madre murió siempre había estado con esos altibajos de humor, pero esa mañana... Satsu notó algo raro en su padre, supuso que era normal, también era la primera vez que su compañía se veía implicada en asesinatos. De repente sonaron unas campanas a lo largo del paseo sembrado de cerezos por el que Satsu caminaba, lógico, ya que al final de ese largo paseo estaba ya la universidad y estaba sonando la hora punta a la que comienzan las clases. Satsu volvía a llegar tarde.

- Vaya, señor Ijin, vuelve usted a llegar tarde.- Dijo con aire altivo el profesor Gozonji
- Eh... Si, señor...
- ¿Y se puede saber porque?
- Eh... Tuve que llevar a mi hermano pequeño a la escuela antes de venir aquí.
- Ya veo, siéntese antes de que cambie de opinión y abra el libro por el tema que íbamos la semana pasada, ¿Lo recuerda, no?

Satsu dijo que si con la cabeza y se encaminó a su pupitre, no sin antes mirar de reojo a Nozomi, una chica de media melena negra y lisa que se sentaba en primera línea frente a la pizarra. Al llegar a su pupitre, se encontró un folleto en su silla, lo cogió con disimulo y se sentó, a continuación abrió el libro por la página que tocaba y puso el folleto en medio para poder verlo.

- ¡¿Qué?!- Gritó en voz alta
- ¿Acaso no me he explicado bien?- Contestó el profesor Gozonji mientras dirigía una mirada a Satsu por encima de sus gafas.
- Eh... No, disculpe señor, es usted único en el arte de explicar cosas aburridas.- Contestó, haciendo que una fina capa de risas en voz baja cubriera el aula.
- Bien... Sigamos...- La indiferencia es el camino por el que el profesor Gozonji optó.

“Torneo de Eiengemu” ponía en el folleto, lo cual no fue lo que hizo a Satsu gritar, sino lo que ponía más abajo; “Atrévete a venir este año, no se repetirá lo de la última vez. T.M.”. Satsu se guardó el folleto bien doblado en el bolsillo del pantalón y siguió haciendo ver que estaba atento en clase.

- ¡Pst! ¡¿Qué pasa?!- Le susurró un compañero, bajito, delgado y sonriente; de pelo marrón y dientes blancos, aún con legañas en sus ojos.
- Cállate Saru, luego a la hora de comer te cuento.

Pasaron cuatro horas de lecciones, apuntes y mirar por la ventana hasta que finalmente para Satsu, la hora de la comida llegó. Sonaron las campanas del mediodía, el profesor recogió sus cosas, despidió a sus alumnos y se marchó de clase; Algunos alumnos empezaban a hacer lo mismo e irse a comer, pero Saru se acercó a Satsu inquieto antes de recoger nada.

- ¡¿Y bien?! ¡¿Qué pasa!?- Preguntaba impaciente el chico bajito.
- ¿No puedes hacer menos ruido? ¡Eres un escandaloso!- Le dijo Satsu agobiado
- ¿Hola chicos, qué pasa?- Se acercó y preguntó un chico que estaba sentado de los primeros, rubio, con las puntas hacia fuera, por debajo de las orejas y unas gafas pequeñas.
- ¡Hola Najimi! ¡Satsu no me dice por qué a gritado antes!- Le contestó rápidamente Saru
- Ya veo... ¿Y bien, Satsu?- Preguntó Najimi poniendo una mano en el hombro de Saru para intentar mantenerlo un poco quieto.
- Esto.- Dijo finalmente Satsu sacando el folleto con el reto escrito a rotulador en la base del papel.
- ¡Vaya! ¡Que interesante! ¿Qué es esto...?- Preguntó Saru
- ¿No lo ves? Un torneo de Eiengemu... ¿T.M.?- Preguntó Najimi
- ¿No os acordáis de él? Teki Motsu, el finalista del último torneo de Eiengemu en Robba hace tres años.
- ¡Oh, si! Aquel rubito creído al que le diste una buena paliza, ¡¿Verdad Satsu!? Bien, ya entiendo todo, ¡¿Ahora vamos a comer o no?!- Gritó enérgicamente Saru

Satsu y Najimi se miraron, se encogieron de hombros como dándose por vencidos y recogieron sus cosas para ponerse de camino al comedor. Por el camino los tres amigos iban comentando el combate que tuvo Satsu con Teki hace tres años, un samurai de negra armadura contra un jinete con una lanza y un caballo blanco combatiendo sin piedad en una llanura desértica, impresionante lo que Eiengemu puede llegar a recrear. Los amigos llegaron al comedor jactándose de porque ese tal Teki tenía un caballo en Eiengemu y ponían en duda sus antepasados. Saru se sentó llorando de la risa en una mesa vacía, algo apartada, donde solían sentarse todos los amigos, eran los primeros en llegar.
- ¡Entonces su padre debe de ser pura sangre!- Dijo Saru riéndose aún más
- ¿El padre de quién, pequeña comadreja? - Dijo una voz grave tras Saru, el cual se giró para encontrarse con un tipo corpulento, con unas gafas de sol, un traje caro y un pequeño tupé por peinado.
- ¡Anshin! ¿...Otra vez has venido trajeado a clase?- Preguntó Najimi, sin mucha sorpresa
- Cuando uno tiene dinero, la gente debe saberlo.- Dijo altivamente el chico corpulento mientras se sentaba al lado de Saru
- ¡¿Cómo que pequeña comadreja?!- Le gritó Saru a la oreja
- ¿El padre de quién?- Preguntó Anshin a Satsu esta vez, ignorando a Saru
- Teki Motsu, aquel rubio de la universidad norte.
- Ah, ya veo, le diste una buena a ese hijo de yegua.
- Oye Anshin, ¿Dónde están los demás?- Preguntó Najimi acabando con el tema de Teki Motsu.
- Ahora vendrán, Tatakau y Banryoku se están peleando de nuevo y se han entretenido.
- Vaya, otra pelea que me pierdo, esto de que nos hayan separado de clases no me gusta nada, voy a por algo de comer.- Dijo Satsu levantándose de la mesa.
- No te pierdes nada, ya sabes como es, se dan una paliza en Eiengemu y salen relajados y con tema para hablar.- Le dijo Anshin a Satsu mientras este se iba hacia las cocineras de la universidad.

Satsu se entretuvo unos minutos eligiendo bien la comida, pero cuando se dio cuenta de que Nozomi, la chica de media melena negra, estaba a su lado hablando con la cocinera, no pudo evitar girarse para mirarla. Nozomi era la hija de Nokami, un hombre canoso y con barba que era íntimo amigo de Raion, su padre, y de Kako, su madre, además de ser el actual subdirector de RaKa Corp, por lo tanto, conocía a Nozomi desde la infancia y no recuerda ningún momento que haya podido hablar con ella sin tartamudear en alguna palabra.

- ¡Hola, Satsu!- Cortó los pensamientos del joven.
- Ah... Hola Nozomi, ¿Cómo estás?- Preguntó Satsu educadamente.
- Bueno... Como tú, supongo.
- Q... ¿Qué?- Tartamudeó Satsu
- Ya sabes, con todo ese rollo de los asesinatos con Eiengemu estoy algo preocupada por mi padre y la corporación.
- Ah... Ah sí, claro, si, también estoy preocupado.
- ¡Eres muy gracioso!- Rió ella dejando a Satsu algo perplejo. ¿Gracioso? ¿A qué venía eso de gracioso? ¿Gracioso como un bufón… O más bien como un chiste malo?
- ¡Oye!- Volvió a cortar los pensamientos.- ¿Has oído ya lo del torneo? Todas mis amigas me han preguntado si este año también vas a participar... Fue muy emocionante que en el último torneo ganase un chico de nuestro instituto.
- Eh... Si, claro, participaré.
- ¡Bien! Bueno Satsu, a ver si hablamos más, voy a contarle a mis amigas que si vas a participar ¡Hasta luego!.- Se despidió ella, enérgicamente.

Satsu se quedó unos segundos perplejo, sin tiempo ni para despedirse de Nozomi. Pensó en el torneo, en las noticias, en su padre, en su madre y en Nozomi, todo en unos segundos, suspiró, cogió su bandeja y por fin volvió a la mesa con sus amigos. Allí ya estaban todos los amigos reunidos, incluido Tatakau que era un chico bajito, aunque no tanto como Saru, con el pelo de un color castaño claro y corto y unos mitones de cuero que siempre llevaba puestos, era un apasionado de las artes marciales; También estaban ya sentados Banryoku y Kangae, el primero un chico muy alto, más que Satsu, musculoso, con la cabeza rapada, la ceja partida y cara de pocos amigos y el segundo un chico delgado, con gafas y el pelo rizado que trasteaba con su ningen.

- ¡Hombre! ¡Ya era hora! ¿Me has traído algo o qué?- Preguntó, gritando, Banryoku.
- No, lo siento, no servían comida para animales.- Contestó Satsu, despertando unas carcajadas, sobretodo de Saru
- ¡Mierda tío! ¡Ya se que no puedo ganarte en Eiengemu ni por asomo, pero recuerda que te puedo dar una buena aquí y ahora en persona!- Amenazó Banryoku, intentando imponerse mientras se le escapaba una risa nerviosa.
- Si tienes hambre, vas a coger tu propia bandeja, musculitos.- Concluyó Satsu.- Hola a vosotros dos también.
- ¿Qué hay colega? ¡A ver si echamos una, que hace meses que nadie me gana en Eiengemu!- Dijo Tatakau antes de soltar una sonora carcajada.
- ¡Si te acabo de ganar!- Rebatió Banryoku
- ¡¿A eso lo llamas ganar?!- Se enfrentó Tatakau. Éstos dos empezaron de nuevo a discutir sobre los detalles de la última batalla en Eiengemu y cual de sus puñetazos era más poderoso… Mientras Satsu se fijó en su amigo más desplazado.
- ¿Qué haces Kangae?- Preguntó Satsu, ignorando la pelea entre los otros dos.
- Ei, hola Satsu, no te había visto, estoy concentrado en mi ningen, a ver si consigo modificar los parámetros genealógicos de mi avatar digital.- Contestó Kangae sin coger aire, sin levantar la cabeza y apenas esforzándose por pronunciar bien las palabras, centrando toda su atención en la manipulación.
- Eh... ¿Cómo dices? No he entendido ni una palabra.
- Básicamente, pretendo modificar mi apariencia física en Eiengemu.- Aclaró, pronunciando todas las palabras más despacio esta vez y mirando a los ojos de Satsu.
- Vamos Kangae, sabes que eso es imposible, mi padre creó este juego hace muchos años ya, antes de que naciéramos, es imposible que nadie lo modifique, incluso tú, maestro de las tecnologías.
- Ya lo conseguiré, tranquilo...- Terminó de decir Kangae antes de enfrascarse de nuevo en su tarea.

Pasaron quince minutos mientras los chicos hablaban, comían y se reían antes de que la campana diese por finalizada la hora de la comida. Todos recogieron sus cosas y se separaron por aulas, para continuar con las clases que tocaban para la tarde, no sin antes quedar al final del día para irse todos juntos, como solían hacer… Al menos, hasta hoy.
Viento28 de agosto de 2015

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