Viene y va con las hojas de otoño a barrerle un poco los restos de olvido.
Así como cuando disgustada llega a casa arrastrando los pies entre la celulosa y con los labios morados del frío. No tan pronto muda la hipocresía por sentimientos y es que la cosa va cara. Cree que no notan los trozos de su piel en los colmillos pero está despellejada como un conejo y no le resulta tan fácil andar a la intemperie. Entremientes se lavan los dientes , por el sumidero añicos de corazón.
Ya pútrida mi carne no notas un resto masticando chicle.
A medida que avanza el calendario mudan las bocas de nombre; y los nombres de oficio. Pasa el aliento de esófago en esófago y produce acidez en el estómago de quienes lo consumen. Pero no esperéis que os lo haga tragar todo de una vez. Pasa suave por la garganta , que es así como sacia. Mastica y te sigo contando.
Le pesó el cuerpo de plomo y se le fue desplomando la conciencia , primero en lo alto de su cabeza , después , cayó rápidamente al suelo. Se liberaron sustancias y también esa plácida sensación que notaba cuando soñaba que estaba muerta. Mas despertó y ni siquiera tuvo que levantarse. Otra vez pasó su saliva por tráqueas atragantadas. Cuando volvió en sí recordó sus gargantas , así como su mucosa bucal en ellas y sangre corriendo entre los incisivos.
Estaba en carne viva y al descubierto ardía en fiebre y dolores molestos. Cuando se percató de ésto olvidó los labios del sueño , aunque le hubiera gustado terminar lo que estaba viviendo en el momento del retorno. Pero ella estaba allí , despellejada y sin poder levantarse.
Guardó todo en secreto y en cuanto pudo incorporarse volvió a su vida normal. Mucho tiempo después concluiría lo que vivía esos instantes. No sabe si al día siguiente abrirá los ojos , otra vez confusa y con quemaduras en el cuerpo. Pero ése le toca concluirlo en otro tiempo. Ya os avisaré cuando se le arrebate el de ahora para entrar a su habitación.
