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Delivery de Bolitas de Papel Maché y Otros Sueños Más

Bombardeaba Estambul con bolitas de papel maché y una que otra piedrecita que se colaba entre sus dedos, avanzaba entre las aguas dejando atrás América y bordeando Asia, Estambul siempre enfrente, con sus piratas que atacaban la proa de su nave y uno que otro que se iba subiendo en el camino, pero Estambul siempre adelante y atrás América y al lado Asia, geógrafo no es, definitivamente, pero aún así, para él, Estambul siempre adelante.

La combi dobla a la derecha, venía de La Marina y ahora agarra Sucre. Avanza, y sube la cuesta que le permita llegar a la cumbre y divisar Macchu Picchu, redescubriendo algo que nunca, para él, había sido descubierto y sin embargo cae en el apoteósico sin fin de palabras errantes que entre una y otra se van haciendo un menjurje en su cabeza y así, se resbalan las bolitas de papel maché y caen al piso de la combi, que más da, total, Estambul quedó atrás y hacia adelante, y ya está cerca de casa, pero ahora está en Macchu Picchu, recuerda los pasos que dio subiendo el camino, llegó primero y detrás de él otros más, y la combi acelera, viene de ‘ya no me acuerdo’ y va hacia ‘su casa’ y aún así está en Macchu Picchu y no le importa nada más.

Y entonces imagino, pues me llegó la imaginación, por el simple hecho de que la imaginación hace delivery y es gratis incluso antes de la media hora, no como algunas pizzerías que tienen un tiempo en el cual media hora son dos completas, ya quisiera esa clase de tiempo en su examen de física; esta vez está calentita, como los cañones que disparaban las bolitas de papel maché contra Estambul, calentita como los músculos de las piernas por haber subido el camino hacia Macchu Picchu, calentita, en fin, como las cosas que deben estar calentitas cuando se las necesita (o cuando no). Así que imaginé, escenas diversas y forzadas, imaginé el pasado, como Macchu Picchu cuando subió delante de otros hacia la cima del camino, pasos largos y cansados, repetitivos, y ver y perder en ese instante el sabor de lo que es desconocer y ganar el sabor de lo que es conocer, pero creo que salió debiendo, porque ahora no tiene aquella sensación de misterio que invaden las cosas que, en efecto, son misteriosas.

Ya no quiero imaginar, ya estoy cerca de su casa y quiero cerrar la ventana a mundos desproporcionados, se viene una larga noche de pensamientos kamikasez, así que debo prepararme para bombardear ¿Estambul? No, Estambul quedo ya muy atrás y hacia delante, lo que se viene en verdad es la vida misma. Debo prepararme para bombardearme a mi misma. Pavada de imaginación que tengo (y además habló en dejo de otros países).

¿Por qué será que me gusta suicidarme en noches que tienen días como este?

Estaba tan feliz mientras él bombardeaba Estambul con bolitas de papel maché…
Amab08 de abril de 2008

1 Comentarios

  • Shadow

    Me gusta el relato, la nostalgia unida al humor, el manejo de las palabras.

    08/04/08 05:04

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