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-\'sé la Verdad\' O \'maldito Beso!\'-

El agua de la ducha caía sobre mi cabeza con demasiada presión, ayudándome a dejar de pensar. Así podía desvanecer aquel pensamiento. Por más que me enjabonara el cuerpo, no conseguía quitarme esa sensación de suciedad que se apoderaba de mi cuerpo, de mi mente, que deseaba desconectarse como cuando le das al 'OFF' de la televisión. Decidí quitar el agua caliente, y acabar esa ducha con agua fría...quería despejarme, helarme. Intenté no chillar al sentir como el gélido chorro que salía de aquel aparato hincarse en mi carne. La piel se quedaba insensible, morada, y me daba igual sentir el dolor y el engarrotamiento de las extremidades. Me daba igual todo.Maldito beso!
Salí dolorido de aquella sesión de ducha. Era como si ahora volara, no sentía el suelo, ni lo esponjoso que estaba mi albornoz naranja. Limpié el baho del armario y me miré en aquel espejo que adornaba el baño. No entendía por qué me sentía tan horroroso, cuando siempre me había sentido orgulloso de mí. Aquel beso, aquel maldito beso inesperado, aquel maravilloso y ardiente beso, aquel impensable y deseado beso me había hecho empezar a sentir que mi mundo se tambaleaba de tal manera que parecía que se iba a desmoronar más tarde o más temprano.
No, no podía ser, yo no podía serlo, eso no era lo que se me había enseñado, ni lo correcto. Yo tenía que llevar una vida normal, como una persona normal, y con unos gustos normales, como todo el mundo normal. No podía aceptar que aquel beso me hubiera incluso hasta excitado de tal manera que nngún otro beso lo había hecho durante toda mi vida. Me sentía sucio, era un ser despreciable, un enfermo, una basura por haber disfrutado tanto de aquel beso. Maldito beso!...
No podía aceptarlo, no, era contranatura aquello que, aunque escondido durante tanto tiempo, reposando en lo más oscuro y fondo de mí, empezaba a resurgir, quizá con la fuerza que tiene un sentimiento obligado a residir oculto, callado y avergonzado. Y ahora estaba por fín ahí, gritando al deseo para volver a ser besado, a ser acariciado por aquellas manos otra vez, a sentir el aliento de aquella boca chocar con mis labios entreabiertos buscando el contacto de aquella piel dulce y aterciopelada... Mis ojos se hundían en el reflejo que ofrecía aquel espejo de forma vacía. Era como si mi imagen no existiera, pues no me veía en él. Todas las palabras que pensaba se me incaban en el estómago, haciéndome agujeros que se llenaban de aire, y que me apretaban y ahogaban la tripa, reventándome los intestinos. La vida se me torcía por aquel maldito beso. No podiía hacer frente a esta nueva situación, no, no podía ser cierto. Lo nuevo me asustaba, y no quería estar asustado, no quería tener miedo, ni dejar de ser la persona que todos esperaban que fuera, que yo quería ser por que era lo que era bueno, aceptable, por que era lo normal y lo común, lo que todo el mundo sano era y aceptaba.
Pensaba en las consecuencias de aquel sentimiento, la humillación, el odio de las persona que nunca me habrían odiado siendo normal, el dolor que causaría, y condenaba aquel sentimiento con un prejuicio moral e inaceptable.
Maldito beso! Salir del armario, sin querer darte cuenta de que hace tiempo que estabas dentro, sin querer reconocer que has estado metido toda tu vida en él, es el doble de difícil.
No consistía en despertarse un día soleado y decirte a tí mismo, 'Qué bien me siento hoy, soy gay!'. No, no podía serlo, no quería ser un desviado...
Aquel beso! Maldito beso! dulce y humedo beso! sensible y delicioso beso!
Benjamin27 de mayo de 2009

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