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Mini Historieta

“Yo estaba intentando entrar a hurtadillas en el despacho del director, cuando unas relucientes luces aparecieron de repente en la azotea. Todo pasó muy rápidamente, y casi ni me di cuenta de lo que sucedía, hasta que, aterrada por los ruidos que provenían de la terraza, decidí subir. El pasillo estaba a oscuras y casi no se podía divisar los escalones, por lo que, con mucho cuidado, fui adelantando un pie sobre el otro, arrastrándolos por el suelo para evitar un tropiezo.

Enseguida, cuando tan solo iba por el cuarto escalón, algo chocó contra mi hombro, desequilibrándome y haciéndome caer hacia atrás. Cuando me incorpore, estaba en la misma planta que al principio, justo delante de donde estaba mi objetivo: El examen de filosofía. Si, había venido al instituto a estas horas de la noche para conseguir el examen, únicamente para eso.

El resplandor de una linterna me cegó momentáneamente. Poco a poco las siluetas de los objetos volvieron a dibujarse, y levanté la mirada, aunque ya sabía lo que me iba a encontrar allí. Un hombre alto y corpulento apareció delante de mí.

-¿Señorita?- le reconocí al instante, se trataba del conserje del instituto.-¿Qué está haciendo aquí estas horas?

-Ehm… yo…-Mi mente se bloqueó por un instante, y no supe que responder.

De repente un sonido nos alertó, y la imagen de aquella persona que me envistió me vino a la mente. Me levante y, corriendo, me dirigí a la azotea del edificio. Di un tras pies, que por poco me hizo precipitarme, pero conseguí estabilizarme y seguí corriendo hacia mi objetivo. Al llegar a la parte más alta, giré la manivela de la puerta metálica, y crucé al exterior. El aire me revolvió el pelo nada más salir, y un rallo salió disparado en mi dirección. La papelera que había a mi derecha acabó convirtiéndose en cenizas.

Dirigí mi mirada hacia delante, por donde había salido aquel rayo. Delante de mí, una chica más o menos de mi edad, se jugaba la vida en un duelo con la propia muerte. La joven portaba una larga espada de metal con un gran dragón gravado en la empuñadura. Parecía cansada, y unas tímidas gotas de sudor le resbalaban por su tez pálida. Su contrincante también poseía una espada entre sus manos. Dicha espada estaba forjada de acero puro, y portaba diamantes incrustados en la empuñadura. A éste último no parecía causarle el más mínimo problema aguantar las estocadas de la joven. Se le veía bastante fresco, y en su cara se podía vislumbrar un pequeño gesto de burla que, a la joven le dio una pista inigualable. Dio una estocada al viento, mientras el hombre se colocaba detrás de ella, para finalizar el duelo. La muchacha se dio cuenta de ello por la negra sombra del hombre, que se contemplaba detrás de ella. Esperó a que fuera a lanzarle el primer golpe y, se giró inmediatamente para pararlo.

Las dos espadas colisionaron en el mismo punto, y otro rayo salió disparado pero esta vez en la dirección contraria a mí. Se escuchó el ruido que hizo al chocar con algo, e instantáneamente apareció una gran masa de humo producida por el rayo. El misterioso aprovechó para volver a espaldas de la joven, y esta ya no pudo averiguar su paradero.

-¡Cobarde! ¡Lucha a la cara si te atreves!-Gritó mientras daba vueltas sobre sí misma, intentando encontrar al fugitivo.

Después de un rato, cuando encontró el momento apropiado, la mano del hombre apareció de repente alrededor del cuello de la muchacha, con la espada en la yugular. Ésta quedó inmóvil en el más mínimo contacto con la espada.

-¿Cómo puedes ser tan ingenua?

La joven frunció el ceño, consiguió librarse de su enemigo con un mínimo esfuerzo y, lanzando su grito de guerra le hizo una finta a su adversario. La espada de ésta se clavó en su costado, produciéndole una profunda herida. La sangre fluía por el corte a borbotones, dibujando una mancha desmesurada en su camiseta blanca. Al fin, cayó de rodillas en el suelo, sufrió un pequeño espasmo, pronunció sus últimas palabras, y sus ojos, negros como el carbón, se cerraron, sucumbiendo a la muerte.

La muchacha envainó su espada, se giró hasta colocarse de cara a mí y una sonrisa de alegría le apareció en el rostro.”

***

Desperté en mi cama, sudorosa. Las gotas se dibujaban por todo mi rostro, como si hubiera tenido un sueño un tanto inquietante, cómo una historia en la cual se juega mucho. Una especie de pesadilla pero sin el sentimiento de temor, con la seguridad que te puede dar un buen sueño. Me incorporé y dirigí mi mirada hacia la ventana. Fuera, la lluvia repiqueteaba en la ventana, produciendo un sonido apaciguador. Decidí levantarme y terminar los deberes de matemáticas antes de que fuera la hora de irme al instituto, me acerqué con mis pies descalzos, me acomodé en mi sillón, meciéndome un par de veces. A continuación, tomé entre mis manos las primeras hojas que vi, y empecé a leerlas. Había algo en ellas que me resultaba extrañamente familiar, como si aquella historia ya la hubiera vivido yo…
Mi sueño.

Entonces… ¿no había sido tan solo un sueño?

Deathxlove11 de febrero de 2010

2 Comentarios

  • Mejorana

    Qué barbaridad cuantas historias Deathx. Eres una maravilla contando , buscas el examen, te encuentras un guapo mozo, duelos intrigas ,una pasada.
    Me alegro mucho de lerte amiga mía.
    REcibe todo mi cariño.

    12/02/10 02:02

  • Danae

    Vaya sueño ... o ensoñación ... o realidad reinventada ... en fin, no le falta de nada. Como siempre, tu imaginación desbordada, reina.
    Un besote grande, corazón!!!

    27/02/10 07:02

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