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Y volví al mismo bar para beberme las penas de un trago, y me tragué el orgullo, después olvidé el mundo por un momento y fui felizmente feliz, pero contigo.
Fue mágico, como si el universo hubiese conspirado para que seas para mi y yo para ti, como si de repente todas las piezas de mi puzzle encajaran perfectamente.
Ojalá todos los problemas del mundo se solucionarán así de fácil, con abrazos que acaricien el alma y besos con sabor a magia.
Somos eso que hacemos y que no se lo contamos a nadie.
Y lo que pensamos los domingos por la noche al apagar la luz.
Rompes las cadenas que me apresan a la costumbre de la vida.
Provocas que me explote la cabeza, me estalle el corazón y se me nublen los sentidos hasta volverme loca por quererte tanto.
Probablemente nos queremos mucho más que todos aquellos que se juran amor eterno después de cada beso.
Mucho más que aquellos que se regalan flores y cenan en familia.
Porque a nosotros no nos hace falta decírnoslo, yo lo sé cada vez que te ríes, y tú lo sabes cada vez que te hago reír.
