Soy un Pez I
...Así puede que haya sido, pero algo nos falta y quizás fue solo la corriente que fuimos creando y nos fue enrollando hasta que lo tomamos como natural. Natural lo que creamos con ganas. Yo tenía más que decir y que darte, pero eras tan libre como el océano, así de infinito y liso, que todo resbalaba y parecía perderse un poco más allá, ni eco que respondan ni mareas que acerquen. Se iban difuminando y no volvían. Las formas no es que se perdieran, más bien se mezclan y por aquí quedan, nos acostumbramos a ser así, volví a pensar como un niño.
Todo empieza con la diferencia que se encuentra en qué animal quieres ser. Nuestras conversaciones no eran más que continuas preguntas que parecen sacadas de un libro infantil para aprender un idioma nuevo, solo que ahora las respuestas dicen todo de ti. Tú te tomas el tiempo para pensar, quieres dar una respuesta más precisa porque existen muchas clases de aves, luego suena un águila o un cóndor, un albatros también. Así animales potentes, grandes y lejanos. ¿Y tú? Yo me tomo mi tiempo, pero porque hasta a mí me suena insignificante, un pez, tamaño medio, de esos que me gusta ir a pescar aquí a la playa de Mazarrón. Sí, también suena bonito. Un pez común, fácil de cazar y pescar, que vive como rata de agua, que puede ir a cualquier mar.
Ya nos conocimos en estas divergencias que cada vez se expandieron a más, podríamos escribir decenas de páginas de cómo de diferente es la vida bajo el agua y alto en el cielo. Pero serían puras hipótesis lógicas-humanas ya que no sabemos que se siente en cada uno.
Sospechabas que yo sea un pez. Ya sabías que mi color es azul, que mi deporte es pescar, mi superhéroe es Aquaman y que mi hobby diario es ducharme. Entendimos que aunque encajamos perfectamente somos de puzles diferentes. Nunca nos vi compartiendo juego en el patio, tú desde el árbol cantando y yo en el estanque husmeando las hojas que flotan. Ahora más viejos aprecio esa diferencia con gracia y te recordé el otro día cuando vi un banco de peces voladores.
