Qué vas a hacer conmigo,
diosa de azabache,
si no encuentro palabras de amigo,
si mis versos pillan un bache;
estarás de testigo
si no estoy a la altura,
si no encuentro la cura
a tu veneno, a tu sacro encanto,
a las propias verdades que te canto.

Qué vas a hacer conmigo,
princesa caribeña,
si mi cuerpo ya es tu enemigo
y de mi alma tú ya eres dueña.
Te escribo solo con mi voluntad
y me inspiro, en tu afán de libertad,
le he de comprar al futuro
la inspiración, estoy sin un duro.

Qué vas a hacer conmigo,
faraona con pelo de santera,
con este viejo mendigo,
sabueso sacado de la perrera.
Si quieres, te muestro el camino,
por ti, a la comodidad asesino,
pero no pidas que te de
lo que no soy capaz de dar;
si no tengo un as en mano
nunca voy a apostar.

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