La mente es tan extraña. Aquí estoy, sepultado en una montaña de palabras, tratando de salir de los lugares más recónditos de mi existencia. Mientras los días se acumulan en mi futuro.
Los recuerdos no son mi preocupación. No tengo demasiados. Tampoco espero muchos, aunque los estantes de mi alma estén un tanto vacíos.
Algunos de mis días parecen muy lejanos. Mi memoria es normal, pero hay algo que nunca entendí muy bien en estos viajes por el tiempo.
Hay recuerdos que te pueden hacer más daño que la propia realidad, pueden secuestrar tus sentimientos, quitarte el presente y olvidar tu futuro.
Puedes estar todo el día inmóvil en un lugar, pero tus recuerdos podrán olvidar todo tu día. Hay recuerdos que se olvidarán de ti.
El otro extremo de los recuerdos habita en la imaginación. Puedes estar todo el día inmóvil, pero tu mente no necesitará tu cuerpo, podrás crear cualquier recuerdo y todo siempre estará por nacer.
Imagina algo jamás imaginado, un lugar en el universo donde nunca has estado, un nombre nunca pronunciado, una melodía soñada nunca escuchada.
La mente parece que no puede diferenciar entre un recuerdo y lo que es real. Cierra los ojos y disfruta lo que te hace feliz, aunque nunca lo hayas vivido, el final de algún libro o película que te haya enamorado, veras que no existe diferencia entre lo que puedes tocar o no. Tu emociones afloran igual.
Los recuerdos no se pueden tocar, las pesadillas tampoco, las tragedias existen, pero pueden sacarte de la realidad y del mundo, devorar tu presente y enterrar literalmente tu futuro.
Pero el daño más grande será en la prodigiosa imaginación. Viviremos todos los días casi iguales.
Creo que el esfuerzo vale la pena...¿te imaginas hoy haciendo exactamente lo mismo que mañana?, si, hoy. Mañana viviremos exactamente lo mismo si la imaginación se atrofia, porque la voluntad nunca alcanzará.
Lo peor de todo estará siempre en los pensamientos que tuviste ayer, ya que serán casi los mismos, que volverás a tener mañana.
