TusTextos

En El Abismo.

El maldito tiempo entre tú y yo, entre ellos y tú. Ese tiempo que nos mantiene en balance, entre lo que ocurrió y lo que va a ocurrir. Hoy. Mañana, tal vez ya. Nadie lo sabe. Pero lo que se, es que estas ahí. Seguís allí, riendo, hablándome de cosas sin sentido. Cosas de la vida sin importancia, pero sabes que no solo estoy para escuchar. También estoy para acompañarte, y creo que eso es justamente lo que se te ha olvidado. “¿Dónde quedaron esos tiempos en que caminábamos por en medio de la nada? ¿Dónde? ¿Ese tiempo cuando paso? no lo sé” siento que a medida que van pasando los días, mi cuerpo se desvanece, como el tuyo, como el de todos. Somos humanos, claro, pero siento que no solo envejezco, si no también que mi alma se vuelve cada vez más clara. Sola. Tal vez seas responsable de eso y de todo. No quiero verte, hablarte, ni cruzarte. Si escuchaste bien…O... por lo menos siento que estoy hablando contigo, dentro de mi cabeza, como de costumbre, peleas, conversación. Todo pasa por aquí.
Sonreí, no suelo hacerlo. No cuando el alma duele. Tú dueles, la vida duele, esta mierda duele. Si. Por favor, suspiro. Tranquilidad en todo, las palabras, la conciencia. La vida en un segundo se te resbala de las manos, sin siquiera tener tiempo a reaccionar... volví a sonreír, abri los ojos, allí estabas. Me duele verte, nuevamente. El alma se desgarra y completa a la vez. Esta contradicción es el infierno, Lo es. Siento que todo esto es así, las llamas me arrastran de los tobillos, contigo. Me tomas de las manos, como si tú fueras mío, como si yo fuera tuya. Pero es tan imposible, dos almas destinadas a estar separadas, pero juntas en el infierno. “Que loco todo, ¿no? estás loco, al igual que yo.” solo rezo porque no sonrías. Todo pierde sentido y caigo como un pájaro cazado por un hombre. “No lo merezco, piénsalo”. Te ves perfectamente bien así, mirando a nuestro alrededor como si nunca antes hubieras estado. Sientes mi mano, pero aun estas conmocionado por todo. Tu traje negro te queda perfecto, pintado. La palidez de tu piel lo hace perfecto. Tus ojos negros también... “sí, estamos en el infierno, no te sorprendas”. Sonreí, eso no dolía. Volví a sonreír, esperando que me observes. “Nunca has estado aquí, tiene sentido” en realidad... si has estado, pero no lo recuerdas. Yo tampoco lo hacía, no lo recordaba... claro, eso fue hace tiempo, antes de perder los estribos. “Eres lindo... ya, ya, estoy aquí…mírame”. Aun sigues observando todo. Ahí fuego por todos lados, no nos ahogamos, no sentimos el humo porque somos parte de esto. Sonreí... “¿que ves?” seguí tu mirada y… Allí estaba. Sentado en un gran trono lleno de sombras, parecía estar en el aire, envuelto en nubes negras y fuego. Sonreí… ¿Por qué lo había hecho?
-Otra vez tú.
... fue lo único que pensé. El me observo, podía escucharme. Va... podía escuchar mis pensamientos, porque no estaba hablando. Aun mi compañero no podía verme, o eso creía. Seguía sosteniendo mi mano. Sus ojos se salieron de orbita al verle, parecía que estaba sufriendo un ataque pánico, “Si, eso mismo pase yo”. Lo acaricie, pero aun no podía sentirme y sabía exactamente por qué… “No estás pensando en mi…” ¡vaya tortura la del infierno! “Aunque no puedas verme, ni sentirme... aquí estaré…”suspire”…Solo es cuestión de que entres, solo... estaré aquí, junto a ti"
Sonrió, sonreí, era como un acto reflejo ¡no podía controlarme! El trono levanto un brazo, debajo de esa capa enorme negra y dejo al descubierto su dedo blanco, como el papel. Sus ojos negros, como la noche misma me traspasaron al observarme y me pidieron que me marchara. Sabía que pasaría, el seguía sonriendo, como si estuviera viviendo algo realmente hermoso. Sentí celos, miedo y ganas de irme de allí, pero con él. Ese recuerdo que el trono le había concedido, también me lo había dado a mí. Sabia porque pasaría, se encontraría con el amor, la familia, el dolor y luego la muerte. Sonrió. Quise salir de allí, empujándole, pero era inútil. Su cuerpo estaba como la pared, duro... Sonrió, mostro sus enormes dientes enfilados perfectamente y se me doblo el corazón. Quise llorar, el nudo me apretó con fuerza la garganta y solloce. ¿Aun podía sentirme así en el mismo infierno? levante la vista, sintiéndome feliz y infeliz a la vez. Su felicidad se me pegaba, pero ¿a quién se le pegaba la mía? ¿! A QUIEN?! El trono me observo algo confuso, no podía describir que estaba pensando, pero me aterraba su forma de mirarme.
-¿cómo puedes aun amar?
Eso resonó en todas las paredes de mi cabeza, con fuerza. Quise sujetármela con ambas manos, pero no podía soltar a mi compañero aunque él ni siquiera sabía de mi presencia en esos momentos… En cuanto me compuse, le mire. Seguía confuso y al borde de la histeria. "Dímelo tu." Le desafié, inconscientemente. Fue lo único que pude pensar, me dolía la cabeza. Rio y eso también resonó con más fuerza. El chico seguía sonriendo lentamente, viviendo algún que otro recuerdo feliz. El no parecía darse cuenta de lo que estaba pensando...
-El estará bien.
-¿y yo?
Sonrió. Pude jurar que era la risa más siniestra y horrenda que había visto en mi vida. El miedo recorrió el cuerpo muerto y sin alma, con fuerza.
-Tú también, pero no así.
Sentí frio.
Universo13 de julio de 2014

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