Siempre hay tiempo para un café, decía el escritor antes de esbozar una sonrisa bonachona. Ya fuese en solitario recorriendo la sala y el jardín, o en sentado compañía de un bien amigo, entre sus manos la tacita roja, la tacita de siempre, esperando a que "caiga la teja".
De vez en cuando se relamía el bigote, espeso y recortado como brocha de pintor. De pronto, y esto sucedía una vez de cada mil, se pronunciaba desde el más allá, la voz estereofónica, la frase que con dosificada sabiduría revelaba desde lo alto un secreto más.
Las ideas vienen primero, decía el escritor. La inspiración requiere paciencia, paciencia para esperar que la caprichosa voz retumbara en su cabeza, y que mejor que esperar con la tacita roja de café, solo o en compañía; mañana en pijama, tardes en camisa o de noche en pantuflas y ropa interior, siempre un café.
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Escritores en 150 palabras
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El escritor del cafe
El escritor severo
El escritor matematico
El escritor enamorado
El escritor celoso
El escritor narcisista
El escritor existencialista
El escritor espantado
El escritor aprisionado
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